
Rosario Porto y Alfonso Basterra denunciaron la desaparición de su hija Asunta de 12 años el 21 de septiembre de 2013. Su cuerpo fue hallado sin vida y amordazado al día siguiente en una pista forestal próxima a su casa en el municipio de Teo (La Coruña). Los padres que no amaban a su hija
Este caso fue muy mediático en España. Los filicidios siempre resultan estremecedores y reflejan que como sociedad, no lo estamos haciendo demasiado bien, por eso son tan llamativos. Este en concreto daría para una gran novela negra. Los padres que no amaban a su hija
Los padres
Rosario Porto (1969), era hija única de un abogado muy conocido en Santiago y de una profesora de historia del arte de la universidad. Recibió una educación muy esmerada. Trabajaba en el despacho de su padre y ostentaba cargos diplomáticos. Los padres que no amaban a su hija

Alfonso Basterra (1964), es periodista. Originario de Bilbao, llevaba viviendo en Santiago de Compostela 20 años. Los padres que no amaban a su hija
Rosario padecía una enfermedad autoinmune además de episodios de depresión que desaconsejaban su embarazo por lo que el matrimonio decidió iniciar un proceso de adopción en China. Fruto de este trámite llegó la pequeña Yong Fang en 2001. Contaba con nueve meses de edad y sus padres la bautizaron como Asunta. La historia de Asunta tuvo tal repercusión en la prensa gallega, que hasta la televisión autonómica quiso entrevistar a los orgullosos padres ya que era la primera ocasión en la historia de la región que se producía una adopción internacional de esas características. Los padres que no amaban a su hija

Ya en los primeros años de vida Asunta destacó por ser una niña inteligente y súper dotada, tenía altas capacidades y un don para el piano, el ballet y la pintura. A esto se sumaba una personalidad alegre y cariñosa, que conquistaba a quienes la conocían.

Divorcio
El 6 de enero de 2013, Alfonso descubrió que su mujer mantenía una relación extramatrimonial tras revisar unos correos electrónicos. La pareja discutió y decidió separarse. La ruptura fue bastante convulsa. Rosario se sintió acosada ya que Alfonso, muy dolido, le enviaba constantes mensajes cargados de reproches y quejas. La sentencia de divorcio llegó el 14 de febrero. La custodia de la pequeña Asunta recayó en su madre. Alfonso Basterra, por su parte, empezó a hacer terapia y con el tiempo, la pareja ya separada, alcanzó cierta estabilidad.
La situación económica de Alfonso era bastante precaria así que él se dedicaba al cuidado de la niña mientras que Rosario le ayudaba económicamente. Vivían en domicilios cercanos de manera que él estaba a disposición de la niña. Rosario, por su parte, padecía brotes de su enfermedad y mareos que le provocaban inestabilidad al caminar y la caída de un párpado que precisaban de cuidados que su ex marido también le prodigaba. Los padres que no amaban a su hija
Allanamiento
Un extraño hecho sucedió la noche del 4 al 5 de julio de 2013. Según Rosario Porto, entre las 02:30 y las 04:30 un hombre se coló en su casa e intentó estrangular a la pequeña Asunta en su habitación. La mujer aseguró que en un descuido se dejó las llaves en la puerta. Unos ruidos la despertaron, se levantó y acudió a la habitación de su hija. Allí encontró a un hombre abalanzado sobre la niña intentando asfixiarla. Rosario le propinó un empujón y el hombre huyó. Sorprendentemente, la mujer no llamó a nadie para que las ayudara ni dio aviso a la policía. Asunta explicó lo sucedido a una amiguita, que a su vez se lo contó a su madre. La mujer, alarmada, llamó a Rosario para preocuparse por lo ocurrido. Rosario aseguró que lo había comunicado a la policía, pero lo cierto es que nunca lo hizo para no causar más traumas a su hija, según dijo.
Durante el juicio, una vecina aseguró que esa noche nadie entró en el edificio porque sus perros no ladraron. Lo Los padres que no amaban a su hijas padres que no amaban a su hija
Piano, ballet y somnolencia
El 9 de julio Alfonso Basterra llevó a su hija a clases de violín con signos evidentes de somnolencia y mareo. Afirmó que Asunta había desarrollado un tipo de alergia y que se habían visto obligados a suministrarle un antihistamínico muy potente que tenía ese efecto secundario. El día 22 volvió a ocurrir un incidente similar, la niña no era capaz de tocar el instrumento, estaba medio dormida e incluso tenía problemas para caminar. La directora del centro preguntó a Asunta sobre lo ocurrido y esta le informó que su madre la engañaba, le suministraba unos polvos blancos que sabían fatal y la dejaban dormida durante horas. A pesar de su estado, nadie le dio la suficiente importancia a lo ocurrido.
Asunta sobra
Durante el mes de junio Rosario sufrió un severo problema neurológico. Alfonso aprovechó la ocasión para ofrecerse a cuidarla y pedirle una segunda oportunidad. Se instaló en el piso de Rosario para cuidarlas a ambas y le hizo prometer a su mujer que rompería con su amante. Rosario aceptó. Fue entonces cuando llegaron al convencimiento de que Asunta sobraba. Así fue cómo en junio de ese año Rosario y Alfonso idearon cómo matar a su hija. L Los padres que no amaban a su hijaos padres que no amaban a su hija
En pos de la tranquilidad de Rosario, enviaron a Asunta fuera durante todo el mes de agosto. Primero con su madrina, a Vilanova; más tarde, con la mujer que realizaba las tareas domésticas para Rosario. Durante su ausencia, los padres llamaron a Asunta a diario, pero no la visitaron a pesar de lo cual la niña parecía alegre, feliz y sin preocupaciones.
Asunta

Rosario Porto y Alfonso Basterra denuncian la desaparición de Asunta la tarde del 21 de septiembre de 2013. La madrugada del día siguiente, dos personas descubren un cadáver en una pista forestal de la parroquia de San Simón de Ons de Cacheiras, en el municipio de Teo (a solo 5 km de la casa de campo de Rosario Porto en Montouto, también en Teo). Alertan a los Servicios de Emergencia, quienes identifican el cuerpo de la niña desaparecida. A la policía le sorprende que el cuerpo parecía haber sido dejado allí con dulzura, con cuidado y empiezan a sospechar de que alguien que conocía a la niña estaba detrás de esas muertes.
Rápidamente el caso copa los titulares en los informativos nacionales por las peculiaridades del mismo: la víctima es una niña brillante, china de origen, adoptada por una conocida familia de Santiago de Compostela.
La policía procedió a inspeccionar las viviendas de sus progenitores. Rosario actuó de una forma un tanto extraña, bromista y dicharachera en ocasiones, asustada y huidiza en otras. Cuando los agentes se disponen a subir al primer piso, Rosario corre hacia allí. Los agentes se adelantan y en una papelera, encuentran una mascarilla, un amasijo de pañuelos de papel ligeramente humedecido, y una cuerda anaranjada de color brillante idéntica a la que yacía junto al cadáver de Asunta. De la residencia del padre han desaparecido misteriosamente el ordenador y el móvil principal (tiene dos). Estos indicios, las grabaciones de las cámaras de seguridad y las constantes contradicciones en las que incurre Rosario la llevan a policía a sospechar de la madre. Los padres que no amaban a su hija
En el análisis, los forenses detectan la presencia de grandes cantidades de Lorazepam en la sangre de la niña, ansiolítico al que la madre tiene acceso debido a su enfermedad. Rosario también incurre en contradicciones al explicar lo sucedido el día que la pequeña desapareció.
El día 24 de septiembre, tras la incineración del cadáver de Asunta, Rosario Porto es detenida acusada de homicidio. Un día después Alfonso Basterra corre la misma suerte. La opinión pública asiste anonadada a la sucesión de acontecimientos. ¿Realmente los dos padres se habían puesto de acuerdo para matar a su hija? Los padres que no amaban a su hijaLos padres que no amaban a su hija
El juicio
Tras algunos retrasos, en octubre de 2015 da inició el juicio en la Audiencia Provincial de La Coruña, con 84 testigos y 60 peritos. Durante la vista tanto Rosario como Alfonso se reafirmaron en su inocencia. Ella llegó a clamar cinco veces su inocencia. Él mostró una frialdad total y solo dijo que saldría con la cabeza muy alta pues no tenía nada de lo que arrepentirse. Los padres que no amaban a su hija
El 30 del mismo mes, el jurado popular los declaró culpables del asesinato de Asunta Basterra Porto. En mayo de 2016 el Tribunal Superior de Justicia de Galicia corrigió el veredicto y consideró no probado que Alfonso Basterra hubiera subido al coche y acompañado a su mujer hasta el lugar en el que abandonó el cuerpo de su hija. El tribunal creyó que fue la madre la que provocó la asfixia de la niña, aunque mantuvo la pena para el padre por planear y colaborar en el asesinato. En octubre del mismo año la sala segunda del Tribunal Supremo confirmó la sentencia. Los padres que no amaban a su hija
Los hechos
Gracias a testimonios, cámaras de vigilancia, registros de los teléfonos y dispositivos digitales, se ha podido reconstruir la actividad de Rosario, Alfonso y Asunta las horas previas a la desaparición y muerte de la pequeña. Los padres que no amaban a su hija
Comieron los tres juntos en la casa familiar y jugaron a las cartas. Los padres aprovecharon la ocasión para suministrarle 27 pastillas de Lorazepam que dejaron a la pequeña inconsciente. La asfixiaron por sofocación, eso es, cubriendo su rostro, nariz y boca de manera que no pudiera pasar el aire y la trasladaron su cuerpo a una pista forestal de Feros, en Teo, a pocos kilómetros de la casa familiar de la familia Porto.
La hora estimada de la muerte de Asunta según los forenses fue entre las 19.00 y las 20.00 h. Los padres que no amaban a su hija
Los padres denunciaron la desaparición de la niña en la comisaría central de Santiago de Compostela a las diez y media de la noche.
De madrugada, una pareja de jóvenes encuentra el cuerpo de la niña y avisan a la Guardia Civil.
A las 07:00 de la mañana siguiente se procedió al levantamiento del cuerpo. Los padres que no amaban a su hija
Peculiaridades
Las incongruencias, ambigüedades y versiones contradictorias inducen a los agentes a desconfiar de los padres.
No fue posible determinar la hora exacta de la muerte ya que los forenses no tomaron la temperatura de la niña por miedo a destruir o contaminar pruebas, pues a principio se sospechó de una agresión sexual.
En una primera declaración, Rosario Porto afirmó que dejó a Asunta sobre las 19:00 horas en su casa de Santiago de Compostela, y que cuando regresó un par de horas después, la niña ya no estaba. Modificó su testimonio cuando conoció la existencia de imágenes de cámaras de seguridad en las que se la ve en el coche junto a la menor en dirección a Teo. En la nueva versión, Porto aseguró que regresó a Santiago de Compostela hacia las 17:50 dejando a Asunta cerca de la casa de Alfonso Basterra, y que volvió a su casa de Montouto.
Durante tres días, Rosario y Alfonso permanecieron en dos celdas separadas pero próximas en los calabozos de la Guardia Civil. Sus conversaciones fueron grabadas sin su consentimiento por orden del juez instructor. Más tarde la Audiencia Provincial de La Coruña anularía la validez de esas grabaciones y prohibirá que sean usadas en el juicio.
Un análisis del cabello de Asunta revela que había consumido altas dosis de orfidal tres meses antes de su muerte, lo que se asocia con los testimonios sobre mareos y somnolencia aportados por sus profesores de la academia de música. En ese momento la imputación pasa de homicidio a asesinato, por suponer agravante de alevosía y parentesco.
El hombre del semen
A principios de octubre sucede otro hecho sumamente extraño. El laboratorio central de criminalística de la Guardia Civil identifica manchas de semen de la camiseta de Asunta. El perfil genético corresponde al de un varón, un joven colombiano residente en Madrid que había sido acusado de violar a una menor en una fiesta en su domicilio, pero que será absuelto con posterioridad. De pronto, el caso da un giro de 180º. Los padres que no amaban a su hija
Al ser preguntado, el muchacho niega su participación en los hechos. Además, posee una sólida coartada con fotos subidas a Facebook de la misma noche de la desaparición de la niña así como el ticket de un restaurante de Madrid y los testimonios de los empleados del local y de los amigos con los que compartió la velada. Aun así, las defensas de Rosario Porto y Alfonso Basterra intentan dirigir las sospechas hacia ese individuo, al que la prensa apoda «el hombre del semen». La cuestión es que el preservativo con muestras de su semen se encontraba en el mismo laboratorio y la misma cámara frigorífica donde se guardó la camiseta de Asunta. De alguna manera la prenda de la niña quedó contaminada por los fluidos corporales del muchacho.
Filtraciones
El 30 de octubre se filtran a la prensa las grabaciones de los padres de Asunta en los calabozos que no fueron admitidas en el juicio. En ellas se puede oír a una actriz caracterizada como Rosario decir cosas como: «Tú y tus jueguecitos… ¿Te ha dado tiempo a deshacerte de eso?». Y a Alfonso responder: «Calla, que a lo mejor nos están escuchando».
Estas frases no aparecen en la transcripción oficial de la policía ni se escuchan en ninguna otra parte de las conversaciones. Estas frases fueron inventadas por los guionistas del programa Espejo Público de Antena 3 que las emitió. El problema es que el resto de los medios de comunicación españoles, incluidas televisiones públicas, las aceptó como verdades absolutas y la repitió durante años, resultando muy perjudiciales para el matrimonio.
Fotos comprometidas
A finales de diciembre aparecen el ordenador portátil y el teléfono móvil de Alfonso Basterra en su domicilio de Santiago que la policía había inspeccionado exhaustivamente tras la muerte de la niña. Los dos objetos se encuentran a simple vista y la abogada de Basterra afirma que siempre estuvieron allí. Los padres que no amaban a su hija
En junio del 2014 se filtra que el padre de Asunta había visitado muchas páginas pornográficas con mujeres de rasgos asiáticos. Esto desató numerosos rumores sobre los gustos sexuales de Alfonso. Entre sus contactos de facebook, además de compañeros de trabajo, amigos personales y cuentas de balnearios y turismo, aparecen varias chicas asiáticas que comparten fotos en poses eróticas.
Ese mismo junio, la policía recupera del teléfono móvil de Asunta, antes propiedad de su madre, unas fotografías que habían sido borradas. Entre otras imágenes de la niña, resultan especialmente chocantes unas en las que aparece, con 9 años de edad, vestida de caberetera, con corsé y medias de rejillas utilizadas para una representación de final de curso. En algunas Asunta está tumbada de lado en un sillón con las piernas abiertas sobre un reposabrazos y aspecto cansado.
El abogado de Rosario Porto considera las fotografías «normales e irrelevantes» y denuncia que la Guardia Civil las ha filtrado a la prensa durante el juicio para crear un ambiente hostil hacia los padres e intentar así influir en la opinión del jurado.
Composición del jurado
El juicio se pospuso por la dificultad para elegir jurado. De los 36 candidatos elegidos por sorteo, uno había muerto, otro no pudo ser localizado, tres fueron recusados por los abogados de las defensas, por lo que faltaban 5 para el mínimo de 20 candidatos. El juicio que debía comenzar el 13 de junio se retrasa hasta finales de septiembre.
Tras el veredicto del jurado y la sentencia condenatoria, el abogado de Rosario Porto, José Luis Gutiérrez Aranguren, consideró que el jurado estaba contaminado por los medios de comunicación y así lo hizo constar en los recursos que presentó ante el Tribunal Superior de Justicia de A Coruña y el Tribunal Supremo. Los padres que no amaban a su hija
En sus declaraciones Alfonso Basterra cayó también en contradicciones. Declaró haber pasado toda la tarde del día de los hechos en su casa, leyendo. Sin embargo, una testigo dijo haberlo visto por la calle de la mano de Asunta. Había discrepancias por la hora. La testigo aportó un ticket de un establecimiento en el que entró a comprar que indicaba que eran las 18.23. Esa hora coincide con la de la cámara de una gasolinera en la que se ve a Rosario en su coche con Asunta a su lado camino a Montouro. La niña no podía estar en los dos sitios a la vez. El jurado dio credibilidad al testimonio de la testigo ya que una cámara de un banco la situaba en el lugar oportuno la tarde de los hechos y aseguraba haber reconocido a Asunta y a su padre sin ningún género de dudas. Tampoco nadie corroboró que la hora introducida en la máquina registradora de la tienda cuyo ticket aportó la testigo fuera la correcta. Esta afirmación tan categórica corroborada por las imágenes captadas por la cámara del banco fueron uno de los factores que mandaron a Alfonso a prisión.
Veredicto
El tribunal declaró, por unanimidad, a Rosario Porto y a Alfonso Basterra culpables de la muerte de su hija Asunta. Concluyeron que la sedaron durante meses y la asfixiaron por sofocación. Tras no encontrar «hechos no probados», se mostraron no favorables al indulto ni a la suspensión de la pena. El jurado fue, incluso, más allá que el fiscal, al no rechazar la posibilidad de que Basterra fuese también en el coche hasta Teo con la niña y la madre a pesar de que no sale en las imágenes.
Tras la lectura del veredicto, que Rosario Porto escuchó con entereza y a la que Alfonso Basterra respondió con diversos gestos de negación, el fiscal solicitó 18 años de prisión por asesinato con alevosía. La acusación popular pidió la «pena máxima» para los padres, de 20 años de prisión.
La vida continúa
El matrimonio vivió de forma muy distinta su estancia en prisión. Rosario cayó en depresión, acentuada por la enfermedad que padecía. Estuvo ingresada y su salud mental se fue resquebrajando. Siempre proclamó su inocencia y cada aniversario de la muerte de su hija, publicaba una esquela en un periódico que rezaba: “Asunta Yong-Fang. In memoriam. Te querré siempre. Mamá”.
Tras dos intentos de suicidios, logró acabar con su vida ahorcándose con el cinturón de su bata en su celda de la cárcel abulense de Brieva. Tenía 55 años. Los padres que no amaban a su hija
A su entierro apenas acudieron asistentes. El féretro fue colocado en el panteón familiar junto a la urna con las cenizas de Asunta. Desde entonces, madre e hija, asesina y víctima yacen en un mismo lugar.
Alfonso Basterra por su parte, continúa recluido en la cárcel de Teixeiro (A Coruña).
En 2015 protagonizó altercados contra los funcionarios por amenazas, insultos y coacciones, y lo cambiaron de módulo al pasar un objeto no permitido a un preso ruso muy conflictivo. Debido a su actitud altiva y complicada, pasó temporadas en períodos de aislamiento y de protocolo antisuicidio, sobre todo tras la muerte de su mujer.
Hoy en día Alfonso mantiene un perfil bajo y sin sanciones, se muestra colaborador y tranquilo y es el encargado de la biblioteca.
En 2025 comenzará a disfrutar de los primeros permisos penitenciarios al cumplir los dos tercios de su condena y quedará en libertad total en 2031. En 2017 escribió una carta que decía lo siguiente:
“Cuando recupere mi libertad, tengo el firme propósito de desaparecer, nadie volverá a saber de mí, ni tan siquiera Rosario Porto [cuando escribió la misiva ella todavía seguía con vida]. Solo tengo una razón para seguir con vida, que no es otra que volver a ser un hombre libre y reunirme con mi niña. De hecho, ya tengo pensado el cómo y el dónde, tan solo me falta el cuándo, pero todo llega”.
Un comentario para acabar. Netflix está preparando una serie sobre este caso. Las imágenes de Candela Peña caracterizada como Rosario Porto resultan estremecedoras.
