
El capítulo 98 de Juegos Salvajes me dejó muy conmovida, me dijo una amiga. Francamente, yo no recordaba de qué capítulo se trataba. El final de la novela es muy intenso y no sabía a qué momento se refería . ¿Cómo puedes no acordarte?, me rebatió molesta. No es que no me acuerde, es que no sé cual es el capítulo 98. Cuando se publica una de mis novelas, tras año y medio dándole vueltas (Nada es cierto me llevó más), no suelo volver a consultarla, estoy saturado.
Al plantearme el enfoque que iba a darle a este post me acordé de esa anécdota. Busqué el susodicho capítulo 98 y comprendí su turbación. Mi amiga es madre y empatiza con tramas que incluyen niños de corta edad. Personalmente creo que los capítulos 108 y 109 son más desgarradores. Afectan a Lucas, el protagonista, que se ve obligado a hacer algo terrible que no quiere pero que no le queda más remedio. Pero para gustos colores.
JUEGOS SALVAJES: TRAMA
VENGANZA

Juegos Salvajes es la historia de una venganza. Es una historia muy dura y bastante salvaje, tal como indica el nombre. Vale, sé que el título no es lo más original del mundo, pero define muy bien lo que cuenta. Y suena bien, ¿no?
EL GRECO

Pocos saben que el museo Cau Ferrat de Sitges acoge dos obras maestras de El Greco: la Magdalena Penitente y Las lágrimas de San Pedro.
El Greco fue un pintor muy apreciado en su época (finales del Renacimiento). Sin embargo su fama se desvaneció tras su muerte y sus habilidades artísticas se pusieron en entredicho. Fueron los integrantes del Modernismo, a finales del siglo XIX, quienes reivindicaron al Greco como figura indispensable de pintura universal. Tanta era su devoción, que Santiago Rusiñol, uno de sus miembros más destacados, se hizo con dos obras del artista en una subasta en París en 1920, hace 100 años.
A su muerte, Rusiñol donó los cuadros, así como el resto de su colección, al Ajuntament de Sitges. Hoy en día todas las piezas están expuestas conjuntamente en el museo Cau Ferrat, que fuera residencia de Rusiñol.
Juegos Salvajes se inicia con el robo de los cuadros de El Greco. Las obras regresan al pueblo tras una restauración profunda en El Prado. El Cau Ferrat organiza una vernisage a la que acude lo más granado del pueblo. Y es durante esa celebración que los cuadros desaparecen. Todo Sitges se sume en una profunda conmoción que irá en aumento. A partir de este suceso se desarrolla una historia llena de intriga, traiciones y giros inesperados.

VADALAIGUA
Ayer soñé que volvía a Manderley…
No voy a negar que esa frase de Rebeca todavía me subyuga. Es una constante y un referente para mí. Me fascinan las casas misteriosas, llenas de potentes secretos que recorren sus pasillos y salones como almas en pena.

Vadalaigua es una mansión gótica en el macizo del Garraf, entre Cala Morisca y el pueblo del Garraf. Está edificada sobre una zona de roca caliza surcada de cuevas. Durante siglos las grutas sirvieron de refugio a pescadores y navegantes. En una de estas cuevas apareció en el siglo XI una virgen: Santa Reparata, que se ganó fama de milagrera. Los lugareños ampliaron la gruta hasta convertirla en un ermita, donde se celebraban misas y se veneraba a la virgen.
En el siglo XII, los benedictinos construyeron un imponente monasterio sobre la capilla. En su momento de máximo esplendor llegó albergar a un centenar de hermanos. Se rumorea que los frailes no enterraban a sus fallecidos en el camposanto. Los apilaban en la profundidad de las grutas, a modo de catacumbas.
El en siglo XV los piratas berberiscos que asolaban las costas españolas asaltaron el monasterio hasta destruirlo. Acabaron con la vida de la mayoría de los religiosos. Desde entonces Vadalaigua se convirtió en un lugar maldito en el Garraf. Los lugareños aseguraban que estaba surcado presencias fantasmagóricas y almas en pena.
El lugar quedó a su suerte hasta que, en 1850, un empresario francés construyó una fastuosa mansión sobre las ruinas del monasterio. Su hija Inés estaba aquejada de tuberculosis y los médicos le recetaron el aire puro del mar y el sol del Mediterráneo. Pero al cabo de pocos años, Inés murió cuando contaba con apenas 15 primaveras. Su padre quedó desolado.
LA SONÁMBULA

El empresario francés estaba obsesionado con la muerte de su hija. A su muerte mandó construir una estatua con la imagen de la niña sentada en una silla, dormida. Colocó esa estátua en medio de un gran estanque para que su imagen se viera reflejada en las aguas siempre. Se dice que la niña está enterrada bajo dicho estanque. También hizo llamar a mediums y nigromantes de diversas partes del mundo. Quería que le guiaran para ponerse en contacto con su hija fallecida.
El empresario murió loco y obsesionado con la pobre Inés. Poco a poco la familia vino a menos. En 1994 un incendio acabó con las dos últimas descendientes de la saga de Latour: Úrsula y Pía. Madre e hija vivían en aquel caserón en la más abyecta miseria. El fuego asoló parte de la mansión y calcinó la mitad del parque natural del Garraf. Fue el desastre más triste que se recuerda en la comarca.
Desde entonces la casa se ha convertido en lugar de peregrinación para los amantes de las experiencias paranormales. Se han grabado muchas psicofonías en sus salones y hay quien asegura haber visto presencias.
La leyenda dice que las noches de lluvia, la Sonámbula se levanta de su trono de piedra. Entonces cruza las aguas que la rodean y se pasea por la que fuera su casa. Deja en el suelo marcas húmedas de sus pisadas.
EN RESUMEN
¿Qué tienen que ver el robo de unos cuadros, una mansión misteriosa, el suicidio de una señora del pueblo que se tira a las vías del tren, el hallazgo del cadáver de una mujer desaparecida hace mas de veinte años y la llegada de los Reyes Magos, entre otras cosas?
La solución: JUEGOS SALVAJES.
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