Don Juan Tenorio

Don Juan Tenorio Moderno Nacho Zubizarreta

Don Juan Tenorio ¿No es verdad, ángel de amor, Don Juan Tenorio

que en esta apartada orilla

más pura la luna brilla

y se respira mejor?

¿Te suenan estos versos? Pertenecen a Don Juan Tenorio de José Zorrilla publicada en 1844 y que es seguramente la obra de teatro en español más representada de todos los tiempos. Y en España se ha convertido en una tradición de la noche de difuntos. Una genial inspiración para todos los autores a los que nos gustan la obras con componentes misterioso, fantásticos o directamente novelas negras.  

Don Juan Tenorio Nacho Zubizarreta
Don Juan Tenorio – ilustración

Argumento. 

Acto I

Sevilla 1544. Juan Tenorio es un joven noble, arrogante y bien parecido que presume de una falta total de moral. Se mete en peleas y duelos y conquista a cualquier chica que se le ponga delante. Se apuesta con su amigo Luis Mejía cual de los dos es capaz de seducir a más mujeres. Juan está tan seguro de sus dotes de seducción que incluso le asegura a Luís que enamorará a su amada. Don Juan Tenorio

Sin embargo Juan conoce a Inés, una joven novicia, y cae rendido ante su belleza y candidez. En estas que entra en escena Gonzalo padre de Inés, que se entera de la reputación de Juan y se niega dar el visto bueno al romance entre este y su hija. Juan e Inés se fugan para vivir su amor prohibido. Gonzalo los encuentra y se enfrentan. En el fragor de la pelea, Juan mata a Gonzalo y, de paso, a Luís, su amigo, enfadado porque, tal como avisó, sedujo a su novia. Huye a Italia. 

Si Juan fuera el quarterback del equipo de rugby e Inés la inadaptada del instituto (pero mona) tendríamos la trama de cientos de películas que triunfan entre el público joven.  Don Juan Tenorio

Entonces, ¿qué tiene que ver Don Juan Tenorio con la Noche de Difuntos? Para comprenderlo tenemos que continuar el argumento de la obra. 

Don Juan Tenorio Moderno Nacho Zubizarreta

Acto II 

Han pasado cinco años. Juan regresa a Sevilla. La Noche de los Difuntos acude a su palacio familiar convertido en cementerio. Su padre falleció y antes de morir, avergonzado por las tropelías y los crímenes de su hijo, ordenó convertir el terreno en un cementerio, haciendo enterrar allí a todos los que murieron por culpa del susodicho Juan. Entre las tumbas están las don Gonzalo y de Luis, a quienes mató.

Pero también la tumba de Inés. Según le cuentan, al poco de huir, la chica murió de pena de amor. El fantasma de esta se aparece y le cuenta que hizo un pacto con Dios, por el cual le entregaba su alma pura a cambio de salvar el alma malvada de Juan. Dios accede pero le pone una condición: se salvarán los dos si Inés consigue que don Juan se arrepienta de sus actos malvados antes de morir. El fantasma le pide a don Juan que esa noche obre en conciencia, pues se decide su futuro de ambos. 

Juan fanfarronea sobre sus fechorías por Italia ante dos soldados amigos. Les invita a cenar y para demostrar que no tiene miedo a los difuntos, invita también de forma jocosa a la estatua de don Gonzalo.  Don Juan Tenorio

Al llegar a la casa, alguien llama a la puerta. Al ir a mirar, nadie aparece. Se vuelve a oír un aldabonazo. Juan ordena cerrar todas las puertas. Gonzalo atraviesa la puerta. Los amigos desfallecen al ver al difunto. Gonzalo avisa a Juan de que Dios ha dispuesto que muera al final de esa noche y que le da de plazo hasta entonces para poner en orden su conciencia. Don Juan Tenorio

Final

Gonzalo convoca a Juan en el cementerio al amanecer. Juan, confundido, invoca a Inés. Esta confirma lo dicho por Gonzalo, y le advierte de que, si quiere salvar su alma, ha de acudir a la cita y aceptar la muerte; de lo contrario, las almas de los dos irán al infierno eternamente. Don Juan Tenorio
Juan se enfrenta a sus amigos. Cree que le han gastado una broma pesada. Discuten y les reta a un duelo.  Don Juan Tenorio

De madrugada, Juan acude al cementerio. El sepulcro de Gonzalo se ha transformado en una mesa de para un banquete, con culebras, fuego y cenizas. Las estatuas de las otras tumbas cobran vida, las sepulturas se abren y los esqueletos de sus víctimas salen y danzan. La única tumba que permanece cerrada es la de Inés. Gonzalo le dice que su tiempo termina. Juan no le cree, y Gonzalo le señala un funeral que está teniendo lugar a pocos metros. Es el suyo propio, el de Juan, que ha muerto en el duelo con sus amigos soldados. Don Juan Tenorio

Los esqueletos y fantasmas festejan que van a llevar a Don Juan al infierno, y le pide por última vez que se arrepienta de sus males. Juan se niega y le pide que le deje morir en paz. Todos los muertos se ciernen ya sobre él. Juan se hinca de rodillas y por fin pide perdón al cielo por todos los pecados y muertes cometidas con una mano levantada. En ese momento la lápida que cubre la tumba de Inés se mueve y su fantasma toma la mano de Juan. Inés exclama que el amor ha salvado a su amado. Los muertos se desvanecen. Inés y Juan caen sobre un lecho de flores. De sus bocas salen sus almas como dos llamas brillantes que se pierden en el cielo al compás de la música.  Don Juan Tenorio

Este segundo acto lleno de fantasmas y espíritus de difuntos hace que la obra se represente durante estas fechas. 

Representación de Don Juan Tenorio en el cementerio de Sevilla Nacho Zubizarreta
Representación del Tenorio en el cementerio de Sevilla

Análisis

Romanticismo

Don Juan Tenorio pertenece a la corriente artística del Romanticismo, que sacudió Europa a principios del siglo XIX, como una reacción contra la Ilustración y el Neoclasicismo, confiriendo prioridad a los sentimientos.

Características 

Lugares sombríos

Se utiliza en esta obra un lugar tenebroso, solitario, como es el cementerio, donde cobran vida las esculturas.

Amores imposibles 

Juan e Inés se aman pero Inés muere de pena al no poder vivir su amor plenamente.

Los protagonistas

El héroe es de familia noble y es un hombre solitario y sin escrúpulos, propio de su tiempo; contrario a la tradición medieval, encarnada por Gonzalo donde el honor y la responsabilidad pesan más. La heroína se adapta a todos los cánones, tanto físicos como espirituales, y representa la inocencia y la virtud cristianas.

Final trágico 

La muerte de los dos enamorados marca el desenlace desdichado.

Noche protagonista

En esta obra, las acciones suelen ocurrir casi siempre por la noche.

Misterio

Las estatuas cobran vida, las sombras hablan, se da una idea idealizada del cielo y del infierno.

Predominio del sentimiento sobre la razón

Inés se enamora realmente de Juan a pesar de que sabe que este es un pendenciero e intenta por todos los medios no caer en el amor. 

Amor y arrepentimiento

El pecador se salva por el amor de una mujer. Al final de la obra Juan se salva gracias a Inés, que le alienta a arrepentirse. Don Juan Tenorio

Otros

Peleas callejeras y uso de antifaces.

Representación de Don Juan Tenorio en el cementerio de Zaragoza Nacho Zubizarreta
Representación de Don Juan Tenorio en el cementerio de Zaragoza

Los fantasmas

En la obra, no se presentan los espíritus y fantasmas como entes malévolos y sangrientos. Responden a una tradición muy española en la que el contacto con los espíritus, las ánimas, los muertos y sus apariciones son para avisar o para explicar. El peligro real lo acarrean los vivos… 

Don Juan

La figura de Don Juan era ya un arquetipo literario ya en la época en la que Zorrilla escribió su Don Juan Tenorio. 

También llamado burlador o libertino, se trata de un seductor valiente y osado hasta la temeridad que no respeta ninguna ley divina o humana. En la actualidad, la cualidad que más lo destaca es la de mujeriego. 

Este don Juan retratado por Zorrilla se relacionó con la figura de Miguel Mañara, un gran pecador arrepentido de la Sevilla del siglo xvii.

En el teatro hay ciertos antecedentes del tipo del fanfarrón en los romances, contaminado con la leyenda del convidado de piedra (quien desprecia a los muertos y acepta temerariamente la invitación de uno de ellos). Este personaje contó con los precedentes de El infamador de Juan de la Cueva (1581) y de El Hércules de Ocaña de Luis Vélez de Guevara. En 1617 se representó la obra Tan largo me lo fiáis, donde aparece por primera vez don Juan Tenorio. Esta obra es atribuida a Tirso de Molina o a Andrés de Claramonte. En 1630 se publicó otra obra sobre el mismo personaje, titulada El burlador de Sevilla y convidado de piedra, atribuida a Tirso.

¿Realmente existió?

Desde el siglo xvii se dio crédito a la idea de que Don Juan Tenorio existió realmente. Tal idea defendida por Gregorio Marañón, que recoge la existencia de los Tenorio y de la calidad de seductor de alguno de ellos, pues un tal Cristóbal Tenorio tuvo amoríos con la hija de Lope de Vega e incluso se batió en duelo con él, hiriéndolo.

Se ha especulado que la razón de la elección de tal apellido por Tirso de Molina pudo ser por la similitud con el verbo «tener», que induce a relacionarlo con el hecho de la posesión, y con el sustantivo «tenor», que lo relaciona con la voz masculina del bel canto.

Las figuras del Caballero de Gracia (1517-1619) y del sevillano Miguel Mañara, nacido en 1627 y, por tanto, imposible como modelo, y que desde 1680 se encuentra en proceso de canonización, suscitó la maledicencia de los que atribuían la «conversión» piadosa de sus últimos años a una similitud con los rasgos esenciales de la psicología de Don Juan: una juventud disipada y un aparatoso arrepentimiento final, que lo llevó a ser citado como contraejemplo por Antonio Machado («ni un seductor Mañara ni un Bradomín he sido / ya conocéis mi torpe aliño indumentario»).

Obras con Don Juan como protagonista 

La figura de Don Juan ha inspirado cientos de obras de consumados literatos. Algunas de los más conocidos son: Molière (Dom Juan ou le festin de pierre, 1665), Carlo Goldoni (Don Giovanni Tenorio, 1735), Aleksandr Pushkin (El convidado de piedra, 1830); Samuel Richardson, creador del libertino Lovelace en su novela Clarissa Harlowe; Lorenzo da Ponte, libretista de Mozart, (Don Giovanni, 1787).

Choderlos de Laclos, famoso por su libertino vizconde de Valmont en su novela epistolar Las amistades peligrosas, 1782), Lord Byron (Don Juan, 1819-1824, incompleto por su muerte), José de Espronceda (el Don Félix de Montemar de su El estudiante de Salamanca, 1840), José Zorrilla (Don Juan Tenorio, 1844), Azorín, Gonzalo Torrente Ballester (Don Juan) y otros muchos (Christian Dietrich Grabbe, Alejandro Dumas, Edmond Rostand…). 

Don Juan como personaje

El personaje y su actitud vital, denominada genéricamente donjuanismo, ha inspirado a numerosos ensayistas (Ramón Pérez de Ayala, Víctor Said Armesto, Arturo Farinelli, Ramiro de Maeztu, Américo Castro, José Ortega y Gasset, etcétera), que ven en la figura del seductor desde un inmaduro patológico hasta la homosexualidad latente, próxima al narcisismo como Gregorio Marañón, a una figura satánica y rebelde típicamente romántica o al arquetipo universal del seductor insatisfecho.

Ya en el siglo xx, la adaptación musical de la obra de Gastón Leroux El fantasma de la ópera, compuesta por Andrew Lloyd Webber, hace una breve mención al personaje de Don Juan. Aquí se presenta como un personaje de una de las óperas compuestas por el Fantasma. En 1931, el dramaturgo madrileño Enrique Jardiel Poncela publicó «Pero… ¿hubo alguna vez once mil vírgenes?», novela en la que el protagonista encarna una versión de Don Juan bajo el nombre de Pedro Valdivia.

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