Contexto Histórico
El Siglo de oro, la cultura española están en su máximo apogeo, la pintura y sobretodo las letras encadenan una obra maestra tras otra. Sin embargo en la España del Siglo XVII había todavía muchas sombras, pobreza, hambruna, superstición, superchería. Monjas satánicas
Tras la Guerra de Sucesión, el nuevo rey, Felipe V, intenta estabilizar España. Sin embargo, un turbio acontecimiento ocurre en un convento de un pueblo navarro, en Corella que la inquisición quiere acallar a toda costa. Monjas satánicas

Corren oscuros rumores acerca de una secta de monjas y frailes herejes, liderados por Sor Águeda de Luna, aclamada como santa por algunos. Ella y sus seguidores son acusados de seguir las libidinosas enseñanzas de Miguel de Molinos y han sido apresados para ser juzgados por la Inquisición.
Los hechos
Maria Josefa de Loya, integrante de la secta y con mala conciencia escribió una carta que lanzó por una ventana del convento. Esa carta llegó a manos de la Santa Inquisición que, escandalizada, puso manos a la obra. Monjas satánicas
Este caso, recogido en el acta de la Santa Inquisición de Logroño ha pasado a la historia como uno de los más célebres de brujería en España, involucraba a una secta monjas del convento de Santa María la Real que fueron acusadas de practicar rituales satánicos. Monjas satánicas
Inicios
En 1743 en Corella se fundó el convento de las Carmelitas Descalzas, que había comenzado a construirse 12 años atrás. La orden ya estaba presente en el municipio en otro convento masculino del que le separaba escasa distancia. La finalidad del convento era custodiar la talla de Nuestra Señora de Araceli que había aparecido en la ermita de Santa Lucía de Araciel.
La fundadora fue la madre Agueda Luna, de noble cuna, con fama de santa y milagrera. Decía tener las llagas de Cristo y sangra y expulsar con mucho dolor piedras en las que podía verse la forma de la santa cruz labrada en ellas, todo falso, por supuesto. Se hizo muy popular en Corella y sus reliquias en forma de las pequeñas piedras que explulsaba y pañuelos impregnados con su sangre se vendían a los habitantes. Corella estaba muy volcado con su convento y hacían muchas donaciones. Monjas satánicas
Acusaciones
Las acusaciones contra las monjas comenzaron en 1674, cuando una de ellas, sor María de Yanguas, confesó ante el Tribunal de la Inquisición que había participado en aquelarres y que había tenido relaciones sexuales con el diablo.
Al parecer la instigadora era la propia madre Agueda. Otras monjas del convento, 7 monjas de un total del 14, también fueron acusadas de brujería. Monjas satánicas

Admitieron adjurar de la fe católica y abominar de Jesucristo cuyas imágenes ultrajaban y admitieron pactos expresos con el diablo a quién tomaron por esposo. Lo invocaban de rodillas y el diablo se les aparecía en forma de hermoso mancebo. Todos (también participaban algunos frailes), mantenían relaciones sexuales entre ellos y con Lucifer con deleite y con mucha frecuencia. La madre Agueda Josefa de la Encarnación confesó que era mujer muy viciosa que había tenido contactos sexuales varias veces con el diablo, y con los religiosos cómplices, quedando preñada varias veces, y que sabía más en estos asuntos que las putas más corridas de Madrid.
Los embarazos
Todas estas actividades se llevaron a cabo con asiduidad dentro del recinto del convento. La madre Águeda, al ser la encargada de la botica, componía bebebizos abortivos para las monjas preñadas para no ser descubiertas. Como si de una novela negra se tratara Los críos que llegaban a nacer eran ahogados y los enterraban en un lugar apartado de la huerta en el que prohibieron al hortelano que labrase; ellas sembraban flores para despistar. Monjas satánicas
Profanaban la hostia consagrada con flujo menstrual y semen, añadían estramonio (una planta altamente alucinógena) y se lo frotaban en sus partes por lo que entraban en estados alucinatorios. Creían volar y poseer poderes otorgados por el demonio. Monjas satánicas
Contexto social
Hemos de tener en cuenta que en esa época muchas jóvenes eran obligadas por sus familiares a recluirse en un cenobio, ya por su conducta inconformista o por el honor de la familia, o por castigo; otras tomaban el hábito por necesidad, ya hambruna, ya desposeía de hospedaje o para evitar un matrimonio que no querían. En muchos casos, carecían de vocación y muchas desarrollaban actos de rebeldía y se acercaban a enseñanzas satánicas, en definitiva querían hacer lo contrario a lo que se debía hacer en un convento.

También es cierto que a pesar de que la exigencia del celibato entre los miembros de la iglesia era plenamente vigente, pocos lo cumplían. Muchos de los curas y párrocos vivian amancebados con pleno conocimiento de parroquias que cubrían. Pero una vez más el doble rasero machista actuaba con impunidad. A las mujeres religiosas se les exigía mayor seguimiento de esta regla. Monjas satánicas
Muchos lugares religiosos custodiaban libros mágicos y prohibidos donde se explicaban maneras de invocar al diablo, fórmulas al que estos religiosos tenían acceso.
El juicio
La Inquisición llevo este proceso con mucha discreción, había que honrar el hábito por lo que los habitantes de Corella no supieron lo que pasaba hasta mucho tiempo después.
La Madre Águeda murió durante los violentos interrogatorios a la que fue sometida en la cárcel de Logroño por parte de la Inquisición. Su subordinada, María Josefa, finalmente se libró de la hoguera. Fue castigada a salir en forma de penitente con sambenito de media aspa, gravemente reprendida, advertida y conminada y reclusa por tiempo de dos años en el convento de su religión en Pamplona, privada de voz activa y pasiva, de velo negro y tenga el último lugar en los actos de comunidad excepto en legas y novicias, no pueda tratar ni comunicar de palabra ni por escrito con persona alguna de afuera y en el convento”. Monjas satánicas

El de Corella no ha sido el único convento donde se han dado casos de satanismo. Hubieron infinidad a lo largo y ancho del país, como el de las franciscanas de Antequera o el de o el de Belvis de Monroy (Cáceres), todos de similares características.