Aprovechando la próximidad de la festividad de Todos los Santos y su víspera, la Noche de los Difuntos, me he propuesto revisar algunas de las tradiciones españolas más conocidas para celebrar esas fechas. Ya lo hice hace algunos años recuperando recetas. Ahora vamos a ampliar el espectro. El monte de las ánimas
Hoy quiero reivindicar un relato que no tiene nada que envidiar a los muchos que por ahí corren asociados a tan celebrada fecha. Sus únicas pegas -si es que se pueden considerar como tal- es que la acción pasa en Soria en lugar de Massachusetts y que está escrito en castellano. Hoy voy a hablar del Monte de las Ánimas, de Gustavo Adolfo Bécquer, sí, el de las oscuras golondrinas…

Lo releeo cada víspera de Todos los Santos, se ha convertido en una costumbre particular, además me evoca una pequeña tradición familiar que me conecta con mi infancia. El monte de las ánimas
Nostalgia
Cuando yo era niño esperaba con ansia la noche de los difuntos por dos motivos. Primero porque se abría la veda y podía comer panellets y segundo porque mi padre nos leía el relato de Bécquer. El monte de las ánimas
Al caer la tarde, apagaba las luces del salón, de manera que la estancia quedaba sumergida en la penumbra rota por el resplandor rojizo que se escapaba de la chimenea y algunas velas desperdigadas por mesas y estantes. Por aquel entonces los estragos del cambio climático todavía no eran evidentes y a finales de octubre el tiempo era ya fresco, no como ahora, que todavía vamos con manga corta y chanclas. Me consta que el día de Todos los Santos suponía el inicio de la temporada de chimenea en pueblos y aldeas como la que mi padre había elegido para irse a vivir. Asábamos castañas sobre las brasas y mientras se cocían, él nos leía El Monte de las Ánimas. Papá tenía una voz grave que cuando impostaba sonaba aún más profunda y sujetaba una linterna de tal manera que iluminaba su rostro desde abajo, en un contrapicado, que creaba un siniestro juego de luces y sombras en su rostro.
A mí me encantaba tanto como miedo me producía. Mi espanto era tal que luego no me atrevía a ir al lavabo yo solo, por no hablar de dormir esa noche en mi cuarto sin más compañía que mis arigamboys y los posters de películas que decoraban las paredes. El monte de las ánimas
Actualidad
Desde hace unos años he retomado ese hábito. Ahora puedo apreciar mejor los matices de la obra. Me gusta el aire decadente que desprende esa aristocracia caduca de cacerías y bailes propia del romanticismo que retrata. La evocación histórica que hace al pasado, a los templarios en concreto, también me resulta atractiva, y la alusión a abadías abandonadas en las que los muertos se levantan me transporta directamente a otras dimensiones. La trama en sí no está mal, pero, admitámoslo, tampoco es el colmo de la originalidad. Lo que realmente me fascina de El Monte de las Ánimas es su atmósfera fantasmagórica, sobre todo cuando Alonso, al caer la noche, va a buscar la banda azul que Beatriz pretende regalarle. La muchacha se acuesta a dormir pero no deja de oír susurros, pasos, objetos que se arrastran, golpes en su ventana, ve sombras en los pasillos…

El monte de las ánimas
La leo a la luz de las velas, como Dios manda. Reconozco que lanzo miradas por encima de mi hombro de vez en cuando para asegurarme de que nadie ni nada se acerca por el pasillo. El monte de las ánimas
La Obra
Bécquer escribió El Monte de las Ánimas el 7 de noviembre de 1861 en Soria. Se publicó en el diario El Contemporáneo, junto a dieciséis obras más que formarían parte de sus leyendas. Revela la habilidad del autor para ir llevando el interés del lector de lo real a lo fantástico por medio de la evocación de un detalle histórico y de lugares auténticos. El monte de las ánimas
Es muy descriptivo y el relato logra crear una atmósfera misteriosa y fantasmagórica. El monte de las ánimas
Tiene un transfondo moral, nos recuerda la necesidad de obrar bien para no ser castigados en el más allá. El monte de las ánimas
La prosa de Bécquer alcanza un grado de espontaneidad y fluidez más próximo a la expresión lírica que a la narrativa.
La mujer aparece una vez más como pérfida, la causante del mal. Su castigo eterno es tema frecuente en el arte y la literatura. Boccaccio lo trató en el cuento Historia de Nastagio o degli Onesti cuya protagonista es perseguida por un jinete.
El Monte de las Ánimas ha sido versionada muchas veces, incluso se escribió una versión teatral. Una de las interpretaciones más curiosas es la que llevó a cabo el director Jesús Franco para escribir el guion de la película La mansión de los muertos vivientes (1982), con Lina Romay y Mabel Escaño.
La trama
Capítulo I
Beatriz y Alonso, hijos de los Condes de Borges y de Alcudiel respectivamente, regresan de una cacería. Han estado en el Monte de las Ánimas junto a su séquito. Alonso le cuenta a su prima una leyenda que se cuenta por Soria, ciudad próxima. La leyenda dice que ese monte pertenecía a los Templarios, monjes guerreros que habían sido llamados por el Rey para combatir a los árabes. Esto ofendió a los nobles sorianos. Las desavenencias dieron lugar a una terrible batalla entre ambas facciones en dicho monte. En ella se produjeron cuantiosas bajas en ambos bandos. La intervención del rey detuvo la batalla. Los Templarios acabaron por abandonar las tierras y la abadía desde la que administraban sus dominios. En ella fueron enterrados los fallecidos. A partir de entonces, la Noche de los Difuntos las ánimas de los guerreros se levantan para seguir el combate inconcluso. El monte de las ánimas
La tarde cae el sol se oculta. Alonso, aconseja que se retiren porque esa noche es la de los difuntos.
Capítulo II
Ya en la casa, Alonso le comunica a su prima Beatriz que pronto se separarán. Por tal motivo le quiere regalar una joya. Beatriz no quiere aceptar el obsequio porque considera que sería comprometer su voluntad. Alonso insiste en que intercambién presentes. Ella acepta y a cambio de la joya, le ofrece la banda azul que ha lucido durante la cacería. Al ir a buscarla se da cuenta de que la ha perdido en el Monte. Alonso duda, ir la Noche de los Difuntos al Monte de las Ánimas no le hace mucha gracia. La irónica sonrisa de Beatriz le acaban de convencer. Más aún cuando ella se muestra escéptica sobre la leyenda y se burla de los temores de su primo. Alonso acepta el reto, monta en su corcel y parte hacia la oscuridad para buscar la prenda. El monte de las ánimas
Capítulo III
Por la noche, Beatriz no puede conciliar el sueño. No deja de oír pasos, susurros y puertas que chirrían y de ver sombras aterradoras. Se levanta a rezar. Cree oír que alguien la llama, pero sólo es el viento que azotaba su ventana. Atemorizada y preocupada por Alonso deja pasar las horas. Oye las campanas de la ciudad de Soria que tañen como lamentos. Finalmente cae derrotada por el agotamiento. Al despertar ella misma se ríe de sus infundados miedos nocturnos. Cuando se gira, ve la banda azul rota y ensangrentada en su mesilla de noche. Beatriz queda paralizada con los ojos desencajados inmóvil. En ese momento vienen los sirvientes para avisarla que han encontrado el cuerpo de Alonso devorado por los lobos. Beatriz yace muerta en su cama con una mueca de terror en el rostro.

Capítulo IV
A partir de entonces, la Noche de Difuntos se ve a Beatriz dando vueltas alrededor de la tumba de Alonso perseguida por un enjambre de esqueletos de los antiguos Templarios y de los nobles sorianos.El monte de las ánima
