Cuando voy al gym, tengo la sensación de que podría hacerme el harakiri en medio de la sala de máquinas y que nadie se daría ni cuenta, empezando por el monitor. Suficiente tiene el pobre con estar comentando con sus amigotes las proezas del finde como para fijarse si hago correctamente los ejercicios de shoulder press máquina o estoy a tres repeticiones de lesionarme el hombro de por vida. Pero el otro día me di cuenta de lo errado que estaba. El monitor se acercó a mí con decisión y me dijo: deberías ponerte ropa interior para venir aquí. Yo llevé la vista a mi pantaloncillo y me di cuenta de que por un lado asomaba uno de mis testículos peludos (tengo dos, por si alguien lo duda). Si en un plano picado el huevo era visible, de frente, la panorámica incluía también una toma parcial de mi pene, como desveló el espejo que tenía delante. Quise morir. El chico me dijo: a mí me es igual, pero te ha pasado ya otras veces y la gente lo ha comentado. Miré alrededor. ¿Realmente alguno de aquellos individuos estirados y autosuficientes había reparado en mi cojón? Avergonzado, recogí mi toalla y con dignidad y corrí al vestuario. Si algún día me quiero hacerme el harakiri en el gym debo recordar sacarme un huevo para que alguien repare en mi. El huevo exhibicionista
El huevo exhibicionista
Otro pequeño relato de los que se me ocurren, anécdotas que me suceden y / o comentarios sobre mi persona plasmados en menos de 200 palabras. A veces la vida se esfuerza para ponernos en ridículo. O quizás seamos nosotros mismos los que nos prestamos a ello. El huevo exhibicionista
Espero que te guste.