Edgar Allan Poe, escritor, poeta, crítico y periodista romántico, fue uno de los maestros universales del relato corto. Renovador de la novela gótica, recordado especialmente por sus cuentos de terror. Considerado el precursor de la novela policiaca, contribuyó asimismo con varias obras al género emergente de la ciencia ficción. Por otra parte, fue el primer escritor americano de renombre que intentó hacer de la escritura su modus vivendi, lo que tuvo para él lamentables consecuencias.
Un servidor siempre ha asociado el nombre de Edgar Allan Poe con el terror. Recuerdo a mi padre leyéndonos relatos suyos los atardeceres durante las vacaciones y el pánico que luego me daba ir al lavabo por la noche.

Introducción
Edgar Alla Poe nació en Boston, Estados Unidos, 19 de enero de 1809 y murió en Baltimore, Estados Unidos, 7 de octubre de 1849 en estrañas circunstancias.
Los padres de Edgar Allan Poe fallecieron cuando era niño. Fue ‘adoptado’ (nunca oficialmente) por un matrimonio adinerado de Richmond, Virginia, Frances y John Allan. Estudió en la Universidad de Virginia y posteriormente se enroló, también en el ejército por un corto lapso de tiempo. De carácter desagradable y propenso al alcohol y todo tipo de desmanes, sus relaciones con los Allan se rompieron en esa época, debido a las continuas desavenencias con su padrastro, que acabó desheredándolo. Su carrera literaria se inició con un libro de poemas, Tamerlane and Other Poems (1827).
Por motivos económicos, pronto dirigió sus esfuerzos a la prosa, escribiendo relatos y crítica literaria para algunos periódicos de la época; llegó a adquirir cierta notoriedad por su estilo cáustico que llevó a granjearse la enemistad de muchos de sus colegas. Debido a su trabajo, vivió en varias ciudades: Baltimore, Filadelfia y Nueva York. En Baltimore, en 1835, contrajo matrimonio con su prima Virginia Clemm, que contaba a la sazón trece años de edad. En enero de 1845, publicó un poema que le haría célebre: «El cuervo». Su mujer murió de tuberculosis dos años más tarde, lo que agravó su alcoholismo. El gran sueño del escritor, editar su propio periódico (que iba a llamarse The Stylus), nunca se cumplió.
Edgar Allan Poe ejerció gran influencia en la literatura simbolista francesa (con Rimbaud a la cabeza) y, a través de ésta, en el surrealismo, pero su impronta llega mucho más lejos: son deudores suyos toda la literatura de fantasmas victoriana y, en mayor o menor medida, autores tan dispares e importantes como Charles Baudelaire, Fedor Dostoyevski, William Faulkner, Franz Kafka, H. P. Lovecraft, Arthur Conan Doyle, M. R. James, Ambrose Bierce, Guy de Maupassant, Thomas Mann, Jorge Luis Borges, Clemente Palma, Julio Cortázar, quien tradujo casi todos sus textos en prosa al español y escribió extensamente sobre su vida y obra. Rubén Darío le dedicó un ensayo en su libro Los raros.
Edgar Allan Poe hizo incursiones asimismo en campos tan heterogéneos como la cosmología, la criptografía y el mesmerismo. Además de en la literatura, su trabajo ha sido asimilado por la cultura popular a través de la música, tanto moderna como clásica, el cine (son incontables las adaptaciones que se han hecho de sus relatos, entre ellas las realizadas por Roger Corman), el cómic, la pintura (varias obras de Gustave Doré) y la televisión (cientos de adaptaciones, como las españolas para la serie Historias para no dormir).
Murió el 7 de octubre de 1849, en la ciudad de Baltimore, cuando contaba apenas cuarenta años de edad. La causa exacta de su muerte nunca fue aclarada. Se atribuyó al alcohol, a congestión cerebral, cólera, drogas, fallocardíaco, rabia, suicidio, tuberculosisy otras causas. Sus funeral(es) no hicieron más que incrementar la leyenda alrededor de este autor maldito.
Biografía de Edgar Allan Poe
Infancia
Edgar Allan Poe nació el 19 de enero de 1809 en la ciudad de Boston. David Poe, su padre, abandonó a su familia en 1810. Elizabeth, su madre, murió un año después de tuberculosis a los veinticuatro años. Edgar y su hermana pequeña Rosalie quedaron totalmente desamparados en Richmond, mientras que los abuelos, que residían en Baltimore, se hacían cargo de William Henry, el hermano mayor, que ya vivía con ellos.
Edgar Allan Poe fue acogido por una de las familias caritativas que habían cuidado de los niños al morir su madre: el matrimonio formado por Frances y John Allan, mientras que Rosalie fue acogida por los Mackenzie vecinos con los que mantenían una estrecha amistad.
Su padrastro era un acaudalado comerciante de ascendencia escocesa. Entre sus negocios se encontraba también el comercio de esclavos. Era un hombre colérico e intransigente. Por otro lado, su madrastra (que no podía tener hijos) sentía verdadera devoción por el muchacho. Lo mimó hasta el punto de malcriarlo. Los Allan nunca lo adoptaron formalmente.
En 1815, cuando Edgar Allan Poe contaba con 6 años, la familia Allan viajó a Inglaterra. El niño asistió a un colegio en Irvine, en Escocia (el pueblo donde había nacido John Allan), durante un corto periodo, pero suficiente para ponerlo en contacto con la cultura y el viejo folclore escoceses. Posteriormente la familia se trasladó a Londres (1816). De estas vivencias y de la contemplación de los paisajes y arquitecturas góticos de Gran Bretaña nacerían años después relatos como «William Wilson». Con todo, el recuerdo que conservaría Poe de su estancia en este país fue de tristeza y soledad, sentimientos compartidos por su madrastra.
Tras unos ruinosos negocios, la familia regresó a Richmond en 1820. De 1821 a 1825, Edgar asiste a los mejores colegios de la ciudad, recibiendo la esmerada educación sureña como correponde a un caballero virginiano. Fuera de las horas de clase, ya desde pequeño gustaba de pasar el tiempo hojeando las revistas inglesas que encontraba en los almacenes de su padrastro; allí cautivaban además su imaginación las leyendas marineras que contaban los capitanes de veleros que se acercaban a Richmond. Algunas de estas leyendas inspirarían en su momento una de sus obras fundamentales: La narración de Arthur Gordon Pym.
Al parecer Edgar Allan Poe pudo escuchar asimismo historias sobre fantasmas, cadáveres y cementerios en los barracones de los esclavos negros, cuando su mammy lo llevaba de visita a las plantaciones de la familia.
Su juventud pasó sin contratiempos. Era un muchacho nervioso e irritable, con un brillo de ansiedad y tristeza en sus ojos; empezó a tener frecuentes pesadillas, todo ello debido posiblemente a su terrible infancia, problemas que ya se habían manifestado en su hermana Rosalie. Como forma de contrarrestar estas debilidades en años sucesivos buscaría con denuedo la supremacía en el campo periodístico y literario como forma de sobreponerse a su terrible sentimiento de inferioridad.
En 1824 es ya patenten la falta de entendimiento entre Edgar Allan Poe y su padre de adopción. En cartas dirigidas al hermano mayor de Edgar, su padrastro muestra su malestar por la actitud del chico para con su familia adoptiva. También se queja de las amistades que frecuenta.
En 1825 John Allan, recibió una considerable herencia. Lo celebró comprando una imponente casa de ladrillo de dos plantas, llamada Moldavia. Fue en el balcón de esa casa donde Edgar Allan Poe se aficionó a la astronomía.
Juventud

Universidad de Virginia
En febrero de 1826 se matriculó en la Universidad de Virginia, en Charlottesville, para estudiar lenguas.
Pese a ser considerado alumno brillante y aplicado, Edgar Allan Poe se hizo notar por pretender una erudición muy superior a la que poseía en realidad. Presumía de haber viajado, como Byron, por todo el Mediterráneo, Arabia y en San Petersburgo. Además se enemistó definitivamente con su padrastro debido a sus deudas de juego. El propio Poe justificaría esa afición por la imperiosa necesidad de conseguir dinero extra para mantenerse. Es en esta época cuando entra en contacto con el alcohol. Las normas de la Universidad era tan laxas en ese sentido como las de una taberna. Poe jugaba, perdía casi invariablemente, y bebía, a pesar de que los efectos de una pequeña cantidad de alcohol eran devastadores sobre su débil constitución. Edgar se quejaba de que Allan no le enviaba suficiente dinero para las clases, para comprar libros y para poder amueblar su dormitorio. Pese a que Allan accedió a enviar dinero, las deudas de su hijo adoptivo no hicieron más que crecer.
De todos modos, Edgar Allan Poe leía y traducía las lenguas clásicas sin esfuerzo aparente, ganándose la admiración de profesores y alumnos. También era lector infatigablemente de historia, historia natural, matemáticas, astronomía, poesía y novela.
Edgar Allan Poe abandonó la universidad al cabo de un año. Descontento en Richmond, donde sufrió un desengaño amoroso, se desplazó, primero a Norfolk, y en abril de 1827 a Boston, donde intentó ganarse la vida como periodista bajo el pseudónimo ‘Henri Le Rennet’.
Carrera militar y primeros escritos
El 27 de mayo de 1827, incapaz de sobrevivir por sí mismo, Poe se alistó en el ejército como soldado raso, bajo el nombre de ‘Edgar A. Perry’. Aunque tenía 18 años firmó que tenía 22. Su primer destino fue en Fort Independence, en Boston.
En ese mismo año publicó su primer libro, un opúsculo de poesía de cuarenta páginas que tituló Tamerlane and Other Poems (Tamerlán y otros poemas), firmado: «By a Bostonian» («Por un bostoniano»). En el prólogo afirmó que casi todos los poemas habían sido escritos antes de los catorce años. Sólo se imprimieron cincuenta copias, y el libro pasó prácticamente desapercibido.
Tras servir durante dos años llegó a obtener el grado de sargento mayor de artillería. El 28 de febrero de 1829 Frances Allan, su madrastra, falleció. Poe, que desconocía que estuviera afectada por la enfermedad, sólo pudo acudir a su casa el día siguiente al funeral. Siempre expresó cariño y ternura por su madrastra. Ese mal trago sirvió para que volviera a suavizar su relación con su padrastro. Allan accedió a ayudar financieramente al futuro escritor con la condición de que se alistase en la Academia de West Point.
Antes de marchar a West Point, se trasladó a Baltimore para pasar un tiempo con su tía viuda, Maria Clemm (hermana de su padrastro) y familia, entre los que estaban la hija de esta, Virginia Eliza Clemm (prima de Poe). En ese tiempo, publicó su segundo libro: Al Aaraaf, Tamerlane and Minor Poems (Baltimore, 1829). En general fue fustigado; sin embargo, cosechó comentarios elogiosos del famoso crítico de la época John Neal y de Sarah Hale.
Ingresó en West Point como cadete el 1 de julio de 1830. En octubre de ese mismo año, John Allan se casó en segundas nupcias con Louisa Patterson. Este matrimonio, volvió a enturbiar la relación entre ambos. El poeta no aguantó mucho tiempo la disciplina militar y provocó con su conducta su propia expulsión.
En ese mismo mes de febrero partió hacia Nueva York, donde logró editar un tercer libro de poemas, que tituló simplemente Poems. La publicación fue sufragada por sus compañeros de West Point. Poe logró así recaudar en total 170 dólares. Los compañeros se llevarían una sorpresa, pues esperaban que los poemas fuesen del tipo satírico que Poe escribía en West Point para burlarse de los oficiales al mando, cuando en realidad la obra es netamente romántica. El libro fue impreso por Elam Bliss, de Nueva York, y apareció como «Segunda edición» con la siguiente dedicatoria: «Este libro está respetuosamente dedicado al Cuerpo de Cadetes de los Estados Unidos».
Regresó a Baltimore con su tía María Clemm y familia en marzo de 1831. En agosto de ese mismo año fallecía su hermano mayor, Henry, que había estado delicado de salud, en parte debido a su alcoholismo.
Su atención literaria, hasta el momento centrada en la poesía, se va trasladando al cuento, género más «vendible». En los cuatro años siguientes vivió «en condiciones de extrema pobreza».
Poe fue el primer americano que intentó vivir de sus escritos (literarios o periodísticos) del que se tiene constancia. Pero lo tuvo muy difícil. Los editores estadounidenses, muy afectados por la crisis económica del llamado Pánico de 1837, preferían piratear obras inglesas en lugar de pagar a sus conciudadanos por las suyas. En esa época se produjo un importante auge de las publicaciones periódicas estadounidenses, impulsado en parte por las nuevas tecnologías, pero aún así, la situación era muy precaria y Edgar Allan Poe vivió siempre estrecheces económicas. Dirigió entonces sus miras a la prosa. En 1832 consigue publicar cinco relatos en el periódico Saturday Courier, de Filadelfia. Entre ellos se incluye el primer relato que escribió, de corte gótico: ‘Metzengerstein‘. En esa época empezó a trabajar en su único drama, que nunca terminaría: Politian.
En abril de 1833 Edgar Allan Poe envió una última carta a John Allan en la que le pedía desesperadamente ayuda: «En nombre de Dios, ten piedad de mí y sálvame de la destrucción». Allan no le contestó. Afortunadamente, en esa época, el Saturday Visiter, de Baltimore, otorgó al escritor un premio de 50 dólares por su cuento «Manuscrito encontrado en una botella». El comité editorial del Visiter declaró que el relato «era, con mucho, y de lejos, superior a cualquier cosa presentada antes».
En 1834 su padrastro moría sin dejarle herencia, sentenciando a Edgar Allan Poe a una situación precaria de por vida. El escritor buscaría siempre con ahínco el éxito literario como compensación por la pérdida de prestigio social.
‘Manuscrito hallado en una botella’ le abrió las puertas del Southern Literary Messenger, de Richmond (Virginia), periódico al que Edgar Allan Poe estuvo muy vinculado. Llegó a ser redactor del mismo en agosto de 1835, puesto que perdió a las pocas semanas al ser sorprendido en estado de embriaguez en varias ocasiones.
Virginia Eliza

De regreso a Baltimore, Edgar Allan Poe contrajo secretamente matrimonio con su prima Virginia Eliza Clemm el 22 de septiembre de 1835. Ella contaba trece años, Poe tenía veintiséis. Según su biógrafo Joseph W. Krutch, Poe era impotente y por este motivo, aunque tal vez inconscientemente, escogió por esposa a una niña, con la cual le era imposible mantener relaciones maritales normales. Por su parte el poeta francés Baudelaire menciona que no hay un solo pasaje en la obra de Poe que se refiera a la lujuria o a los goces sensuales. Rafael Llopis apunta a algún tipo de edipismo. Poe fue para su mujer, Virginia, a la vez esposo, hijo y hermano.
Los textos de Edgar Allan Poe fueron alcanzando prestigio por lo que fue readmitido en el Messenger. Publicó poemas, reseñas de libros, críticas literarias y obras de ficción. Según Hervey Allen, Poe desde luego no pasó desapercibido en esa ciudad. Era un joven tan inquietante como estimulante. La severidad de sus juicios provocaba prontas respuestas y comentarios, y aunque se granjeó enemistades en algunos sectores, su presencia en la escena literaria y lo incisivo de su estilo acrecentaron más y más su fama.
En esa época reunió un grupo de relatos en un libro que llamó Tales of the Folio Club (Cuentos del Folio Club) que nunca vería la luz como tal. Bajo el título de Pinakidia publicó una colección de notables escritos ensayísticos, de lo más heterogéneo, que más tarde se agruparían como Marginalia. En mayo de 1836 se celebró un segundo casamiento con Virginia en Richmond; esta vez de carácter público. Poco después trató de montar una casa de huéspedes de la que se harían cargo su mujer y su suegra, sin e´xtio. En enero de 1837 abandonó su cómodo puesto en el Southern Literary Messenger: siendo tan brillante, no era persona apropiada para ocupar un puesto de subordinado.
En ese mismo mes, se trasladó con su familia a Nueva York. Allí intentó publicar sus Tales of the Folio Club en la editorial Harpers. Los editores le aconsejaron que escribiera una obra larga de aventuras, formato más popular, y de ahí surgió su novela La Narración de Arthur Gordon Pym. Aparecida en ese mismo año de 1838, fue el cuarto libro publicado por el bostoniano, y el primero de prosa, pero una vez más no tuvo buena acogida.
Madurez
A mediados de 1838, con un Edgar Allan Poe en la treintena, la familia (siempre acuciada por problemas económicos) se mudó al centro literario norteamericano de la época: Filadelfia. Debido a las estrecheces, Poe se prestó a trabajos impropios de su talento, como la publicación con su nombre de un texto de conquiliología, hecho que luego le acarrearía grandes dificultades, ya que fue acusado de plagio. Poe escribió únicamente el prefacio y la introducción. Este libro es hoy objeto de veneración por los coleccionistas. Fue su quinta publicación.
En 1839 editó la colección Tales of the Grotesque and Arabesque (Cuentos de lo grotesco y arabesco), su sexto libro. Los Tales integran algunos de los grandes relatos de su autor, como «La caída de la Casa Usher», «Ligeia» o «Manuscrito hallado en una botella». Alternaba la escritura de relatos con su trabajo periodístico en revistas como Burton’s Gentleman’s Magazine y Graham’s Magazine.
Estos trabajos permitieron al escritor mejorar la situación económica. En este periodo de bonanza desarrolló el germen de la novela policíaca a través de sus relatos «Los crímenes de la calle Morgue» y «El escarabajo de oro». A lo largo de los años 30 y 40 también publicó obras de envergadura (como los relatos «La cita», «Un cuento de las Montañas Escabrosas», «La caja oblonga» y «El barril de amontillado»).
En 1840 intentó poner en marcha su propio diario, el Stylus, idea que nunca llegó a cuajar.
Deterioro
En enero de 1842, su esposa, Virginia enfermó de tuberculosis.
A raíz de entonces el escritor comenzó a beber más de la cuenta. Algunas fuentes indican que recurrió al láudano para sobrellevar su depresión y que empezó a sufrir él también graves problemas de salud.
Su depresión y sobretodo la bebida le hicieron perder su puesto en el el Graham’s así como otros oficios a los que se postuló. Edgar Allan Poe intentó sobrevivir como escritor free-lance, pero finalmente la familia se vio obligada a mudarse de nuevo a Nueva York. Poe se convirtió en redactor jefe del Broadway Journal, del que, con el tiempo, llegó a ser propietario. Allí se granjeó la enemistad de muchos escritores, entre otras cosas por acusar públicamente de plagio al laureado poeta Henry Wadsworth Longfellow, aunque éste nunca respondió a tal acusación.
El 29 de enero de 1845, su poema «El cuervo», inspirado en un pájaro parlanchín aparecido en la novela Barnaby Rudge, de Charles Dickens, salió a la luz en el Evening Mirror, convirtiéndose de la noche a la mañana en un gran éxito popular. El primer gran éxito su carrera. A partir de su aparición, Poe por primera vez llevó una vida social a la que aspiraba, frecuentando los más importantes salones literarios de la ciudad. Curiosamente, aunque convirtió a su autor en una celebridad, Poe obtuvo sólo nueve dólares por «El cuervo».

En 1846 el Broadway Journal cerró sus puertas y los Poe se trasladaron a una casita de campo en Fordham, dentro del barrio del Bronx. Conocida como el Cottage de Poe, se encuentra en la esquina entre el bulevar Grand Concourse y Kingsbridge Road. La extrema penuria obligó a la suegra del escritor a robar verduras de los huertos vecinos por la noche.Virginia murió el 30 de enero de 1847. El impacto de la muerte de su esposa en su obra fue enorme, jalonada de heroínas póstumas.
Caída en picado
La muerte de Virginia deja al escritor en un estado de vulnerabilidad tal, que se dedica a atacar y arremeter contra todos. Intentó rehacer su vida sentimental de nuevo, sin conseguirlo.
Pese a la desesperación y el desvarío, en ese tiempo surgen de su pluma obras tan relevantes como el poema «Ulalume» y el alucinado ensayo cosmogónico Eureka, décimo y último libros publicados por el autor. En noviembre de 1848 intentará suicidarse con láudano sin conseguirlo.
Muerte de edgar Allan poe

La muerte deEdgar Allan Poe se produjo el día 7 de octubre de 1849 cuando contaba, apenas, con 40 años de edad. Su defunción ha estado siempre rodeada de misterio. Cuatro días antes , Poe fue encontrado en las calles de Baltimore en un estado delirante. Lo llevaron al Hospital Universitario de Washington, donde murió a las 5 a.m. del domingo 7 de octubre. En ningún momento tuvo la lucidez necesaria para explicar de forma coherente cómo había llegado a dicho estado.
Gran parte de la información existente sobre los últimos días en la vida de Poe proviene del doctor John Joseph Moran, el médico que lo trató. Tras un pequeño funeral, fue enterrado en el cementerio de Westminster, pero, muchos años más tarde, en 1875, sus restos fueron trasladados a un monumento mayor. Este último marca también el lugar de entierro de su esposa, Virginia, y el de su suegra (y tía), Maria Clemm.
Las teorías sobre las causas de la muerte de Poe incluyen el suicidio, asesinato, cólera, rabia, sífilis e incluso haber sido víctima de conspiraciones políticas. Lo que si se sabe a ciencia cierta es que pocas semanas antes de su muerte, Poe adquiró compromiso de matrimonio con su antiguo amor de juventud, Sarah Elmira Royster. La fecha de la boda se concertó finalmente para el 17 de octubre de 1849. Se vio al escritor en la ciudad de Richmond entusiasmado, e incluso feliz. Es en ese momento cuando se le pierde el rastro, hasta su última aparición en Baltimore.
Julio Cortázar explica la leyenda según la cual Edgar Allna Poe en sus últimos momentos invocaba obsesivamente a un tal Reynolds (¿acaso el explorador polar que había servido de referente para su novela de aventuras fantásticas La narración de Arthur Gordon Pym?), y que al expirar pronunció estas palabras: ¡Que Dios ayude a mi pobre alma!
Por otro lado resulta extraño que tanto los informes médicos, como el certificado de defunción desaparecieran. Los periódicos de la época dieron por buena la noticia de que la muerte de Poe se debió a «congestión» o «inflamación» cerebral, el eufemismo que solía utilizarse para los fallecimientos por motivos más o menos vergonzantes, como el alcoholismo.
En la correspondencia que mantuvo los últimos tiempos de su vida, se advierte cómo se alternaban en el escritor los accesos de lucidez y de brusco entusiasmo con otros de la más negra desesperación. En este tiempo Poe solía dar pruebas de su deseo de morir, y en alguna ocasión incluso pidió a su tía, Maria Clemm, el único ser vivo con el que le unía una tierna afectividad, que muriera a su lado.

Biografía de Griswold
Tres días después del fallecimiento del escritor apareció una larga esquela en el periódico New York Tribune firmada por un tal «Ludwig». Esta esquela fue reproducida por numerosos medios a través de todo el país. Comienza así: «Edgar Allan Poe ha muerto. Murió anteayer en Baltimore. Esta noticia sorprenderá a muchos, y algunos se apenarán». «Ludwig» fue identificado muy pronto como Rufus Wilmot Griswold, un editor, crítico y antologista que había demostrado gran aversión hacia Poe ya desde 1842. De cualquier manera Griswold incomprensiblemente logró convertirse en el albacea literario (literary executor) del escritor, aplicándose a destruir su reputación después de su muerte.
Este individuo escribió con posterioridad un artículo biográfico largo «Memoir of the Author» («Memoria del autor»), con el que encabezó un volumen de las obras de Edgar Allan Poe. Aquí éste aparecía descrito como un ser depravado, borracho, drogadicto y perturbado, y se aportaban diversas cartas del propio Poe como evidencia. Muchas de sus afirmaciones eran burdas mentiras o verdades a medias.
Está demostrado que algunas de las cartas presentadas por Griswold como prueba no eran más que falsificaciones. Pero su versión se convirtió en la más aceptada popularmente debido en parte porque era la única biografía completa disponible, y también porque los lectores se entusiasmaban ante la idea de estar leyendo las obras de un malvado.
Hipótesis sobre el fallecimiento de Edgar Allan Poe
Se sabe que el 27 de septiembre de 1849, Poe partió de Richmond, para dirigirse a su casa en Nueva York. No existen pruebas fiables sobre su paradero hasta que fue encontrado delirando en las calles de Baltimore frente a la Ryan’s Tavern («Taberna de Ryan»), también llamada Gunner’s Hall («Salón del artillero»). Un impresor llamado Joseph W. Walker envió una carta pidiendo ayuda a un conocido de Poe, el Dr. Joseph E. Snodgrass.
Snodgrass se apresuró en llegar a la taberna. Posteriormente declaró que la carta decía que Poe se encontraba «en un estado de intoxicación brutal»,pero no es cierto ya que el original dice meramente «afligido». Según Snodgrass Edgar Allan Poe presentaba un aspecto repulsivo, desaseado y con los ojos «vacíos y sin brillo». Decidió llevarlo al hospital de la Universidad Washington, donde fue atendido y tratado por el médico de guardia, el Dr. John Joseph Moran.
Moran da una detallada descripción sobre su apariencia aquel día, que concuerda con la dada por Snodgrass. Edgar Allan Poe nunca estuvo lo suficientemente coherente como para explicar cómo llegó a encontrarse en situación tan desesperada, y se cree que las ropas que vestía no eran suyas, pues no eran de su talla y, a pesar de su condición económica, no acostumbraba vestir ropa raída.
Al escritor se le negaron las visitas y fue confinado a una habitación similar a una prisión con ventanas de barrotes en una sección del edificio reservada para borrachos. Se dice que, en su agonía, Poe llamó repetidas veces a un tal «Reynolds», que también podría haber sido un tal «Herring».
Entre delirios, Edgar Allan Poe, hizo referencia a una esposa suya en Richmond. Estas palabras podrían ser fruto de una alucinación en la que su esposa Virginia todavía vivía, o se podría referir a Sarah Elmira Royster, a quien Poe había propuesto matrimonio recientemente. Moran declaró que las palabras finales de Poe fueron: «Lord, help my poor soul» («Señor, ayuda a mi pobre alma»).
La Credibilidad del doctor Moran
Ya que Edgar Allan Poe no tuvo visitas, Moran fue probablemente la última persona que lo vio en esos días. Aun así, su credibilidad ha sido cuestionada repetidamente, además de ser considerada en su conjunto como no fidedigna. Aseveró varias veces que tras la muerte de Poe se había puesto en contacto inmediato con la tía (y suegra) del difunto. Hoy en día sabemos que fue la propia señora la que le pidió información sobre su yerno y que Moran no respondió hasta un mes después. También afirmó que Poe había dicho frases poéticas de contenido religioso difíciles de creer en su estado. Incluso cambian las fechas y las horas.
Para cada una de las declaraciones publicadas, afirmaba tener los registros del hospital como referencia. Dichos registros desaparecieron misteriosamente. Algunos críticos atribuyen las inconsistencias y errores de Moran a un lapso de memoria, a un inocente deseo de idealizar, e incluso a senilidad.

Poe fue enterrado originalmente en la parte trasera del cementerio de Westminster, sin una lápida. La de la imagen marca hoy en día el lugar original.
Además de los registros desaparecieron también los documentos médicos, incluyendo el acta de defunción de Poe, si es que alguna vez existieron.
Otros muchos biógrafos han tocado el tema y llegado a diferentes conclusiones, que varían desde la hipoglucemia, hasta la teoría de John Evangelist Walsh de una conspiración para asesinarlo, pasando por el suicidio relacionado con la depresión. En 1848 casi muere de una sobredosis de láudano, que en ese entonces estaba disponible como sedante y analgésico.
La muerte de Poe sirvió a Snodgrass (quien se había presentado en la taberna para socorrere), partidario del movimiento de abstinencia, para mostrar los perniciosos efectos del alcohol. Aunque dicha información fuera incluso negada por el Dr. Moran, la mayoría de periódicos de la época la dieron por buena. Incluso un psicólogo sugirió que padecía dipsomanía.
Hoy en día, se cuestiona que Poe padeciera el alcohólico incontrolable que se presenta. Según sus allegados, Edgar era extremadamente sensible al alcohol y sólo bebía durante períodos difíciles de su vida.
La teoría respecto a la sobredosis de láudano tampoco parece tener fundamento. Thomas Dunn English, experimentado doctor y declarado enemigo de Poe, insistió en el hecho de que no era consumidor de drogas o ‘lo hubiese descubierto durante sus frecuentes visitas a mis aposentos’
Descartado el alcohol y las drogas, se han propuesto numerosas otras causas, que incluyen varias formas de raras enfermedades del cerebro, o un tumor cerebral, diabetes, varios tipos de deficiencias enzimáticas, sífilis, apoplejía, delírium tremens, cardiopatías, epilepsia y meningitis. También se ha sugerido cólera. Poe había pasado por Filadelfia en el invierno de 1849, en plena epidemia de cólera. Durante su estancia enfermó y escribió una carta a su tía, Maria Clemm, diciéndole que podría «haber tenido el cólera, o espasmos igual de malos».
Una prueba de cabellos realizada en 2006, refutó la posibilidad de saturnismo, envenenamiento por mercurio e intoxicaciones similares debidas a la exposición de metales pesados.
La coincidencia de que Edgar Allan Poe fuera encontrado en tal deplorable estado un día de elecciones hace sospechar que fue víctima de una estafa mediante la cual podía haber sido secuestrado, emborrachado y usado como peón para votar por un mismo partido político en múltiples lugares, ardid muy extendido por entonces. Ésta ha sido la explicación común de la muerte de Poe en la mayoría de sus biografías durante décadas, a pesar de que su estatus de personaje conocido en Baltimore lo hubiese hecho demasiado reconocible como para que el timo funcionase.
Más recientemente, se ha presentado una evidencia creíble de que su muerte fue causada por la rabia, aunque no presentaba ninguna mordedura.
Funeral desastroso
El funeral de Poe se celebró el lunes 8 de octubre de 1849, a las 4 de la tarde. Fue una ceremonia sencilla a la que asistieron pocas personas. Henry Herring, el tío político de Edgar, proveyó un simple ataúd de caoba, y un primo, Neilson Poe, el coche fúnebre. La esposa del Dr. Moran aportó el sudario. El funeral fue presidido por el reverendo W. T. D. Clemm, primo de Virginia, esposa de Poe. También asistieron el Dr. Snodgrass, abogado de Baltimore y antiguo compañero de la Universidad de Virginia; Collins Lee, el primer primo de Poe; Elizabeth Herring y su esposo; y Joseph Clarke, un antiguo compañero de escuela.
La ceremonia entera duró sólo tres minutos. La tarde era fría y húmeda. El reverendo Clemm decidió que no valía la pena pronunciar un sermón debido a la poca concurrencia. Poe fue enterrado en un ataúd barato al que le faltaban las manijas. Tenía una placa e iba forrado de trapo, con un almohadón para su cabeza. El bueno del primo Neilson había encargado una lápida de mármol italiano, pero la fatalidad que parece rondar la muerte (y vida) de Poe quiso que un tren descarrilara y chocara contra el depósito donde estaba guardada. La tumba fue marcada con un bloque de arenisca en la que tan solo se leía «No. 80».
Entierro y reentierro

En 1873, el poeta sureño Paul Hamilton Hayne fue a presentar sus respetos a la tumba de Poe. La encontró en tan mal estado y pobre condición que escribió un artículo sugiriendo un monumento más apropiado. Sara Sigourney Rice, maestra de las escuelas públicas de Baltimore, aprovechó el renovado interés por la tumba de Poe para solicitar fondos aquí y allá. Numerosas personas de Baltimore y de todos los Estados Unidos contribuyeron; los últimos 650 dólares provinieron del editor y filántropo George William Childs.
El nuevo monumento fue diseñado por el arquitecto George A. Frederick y construido por el Coronel Hugh Sisson, e incluía un medallón con la efigie de Poe, obra de un artista llamada Valck. El costo total del monumento fue de algo más de 1.500 dólares.
El 1 de octubre de 1875, los restos mortales de Edgar Allan Poe fueron trasladados a un nuevo lugar. Se ofició una ceremonia en la nueva tumba el 17 de noviembre. Entre los concurrentes estaban Neilson Poe (quien pronunció unas palabras, llamando a su primo «uno de los hombres de mejor corazón que han vivido»). A pesar de que varios prominentes poetas fueron invitados a la ceremonia, el único que acudió personalmente fue Walt Whitman. Alfred Tennyson contribuyó con un poema leído durante la ceremonia:
- Destino que una vez lo negaste,
- Y envidia que una vez lo despreciaste,
- Y malicia que lo contradijiste,
- Cenotafio sois ahora de su fama.
Cuando exhumaron el cuerpo de Poe, no sin muchas dificultades, una de las testigos comentó que «el cráneo estaba en excelentes condiciones. La forma de la frente, una de los rasgos más impactantes de Poe, se discernía fácilmente.»
El lugar del primer entierro del Poe fue marcado con una gran lápida donada por un tal Orin C. Painter, pero como si el infortunio le persiguiera, fue colocada en un lugar incorrecto.
Ese 1875, el cementerio en el que yacía Virginia, la mujer de Poe, fue destruido. William Gill, un temprano biógrafo de Poe, juntó sus huesos y los guardó en una caja que escondió bajo su cama. Sus restos finalmente fueron enterrados junto a los de su esposo el 19 de enero de 1885, en el que hubiera sido el 76º aniversario del nacimiento de Edgar y casi 10 años después que construyera el monumento actual. Los restos del matrimonio descansan así juntos. Los restos de María Clemm, madre de Virginia, descansan ahí también.

Difamación
Rufus Wilmot Griswold, albacea literario de Poe, escribió su obituario más famoso y su primera biografía completa.
Rufus Wilmot Griswold, que solía referirse a Poe como estrella «brillante, pero errática» intentó difamar al escritor para hacer a Poe universalmente odiado tanto antes como después de su muerte. En su obituario, Griswold declara que Poe era conocido por caminar delirante por las calles, hablando consigo mismo. También dice que era excesivamente arrogante, que asumía que todos los hombres eran villanos, y que se enojaba fácilmente. Gran parte de esta caracterización fue tomada casi textualmente del personaje ficticio Francis Vivian en The Caxtons de Edward Bulwer-Lytton. Impreso por primera vez en el New York Tribune, el obituario de Ludwig pronto se convirtió en la caracterización clásica de Edgar Allan Poe.
Griswold era agente literario de muchos escritores estadounidenses, pero dada su manifiesta enemistad, cuesta creer que Poe lo designara su albacea literario. Todo parecer indicar que Griswold se hizo cargo de la obra del autor por medio de un engaño o un error de la tía y suegra de Poe, Maria. En cualquier caso, presentó una colección de las obras de Poe que incluía un artículo biográfico titulado «Memorias del autor» («Memoir of the Author»), en el que se representaba a Edgar como un depravado, un borracho y un loco perturbado por las drogas.
Se cree que la mayor parte del artículo fue inventado por Griswold, hecho que fue denunciado por aquellos que conocieron a Poe, entre ellos Sarah Helen Whitman, Charles Frederick Briggs y George Rex Graham. Sin embargo, el relato de Griswold alcanzó mucha popularidad, en parte porque era la única biografía completa disponible, y en parte porque fue ampliamente reimpresa. El imaginario popular asumió que el Poe persona había sido similar a sus personajes ficticios o simplemente estaban encantados de leer la obra de un hombre perverso.
No hubo una biografía fiable de Edgar Allan Poe hasta la de John Henry Ingram en 1875. En 1941, Arthur Hobson Quinn presentó evidencia de que Griswold había falsificado y reescrito una serie de cartas de Poe que se incluían en su Memorias del autor. Para entonces, la descripción hecha por Griswold de Poe ya se había afianzado en la mente del público, no sólo en Estados Unidos, sino también a través de todo el mundo. Esta imagen distorsionada se ha convertido en parte de la leyenda de Edgar Allan Poe a pesar de los numerosos intentos por corregirla.
Obra

La obre de Poe abarca distintos registros. Escribió cuentos de diferentes géneros, poesía, crítica literaria y ensayo sobre los temas más variados, además de una novela larga.Durante toda su vida también mantuvo mucha actividad epistolar.
Influencias
En sus primeros cuentos sigue los esquemas planteados por Boccaccio y Chaucer. También se nota la influencia de la novela gótica británica: Horace Walpole, Ann Radcliffe, Matthew G. Lewis y Charles Maturin, entre otros. Así mismo conoció a los góticos alemanes como E.T.A. Hoffmann y el barón Friedrich de la Motte Fouqué. De Estados Unidos, tuvo muy en cuenta a los pioneros Charles Brockden Brown y Washington Irving. Otros autores ingleses que Poe admiró mucho son Daniel Defoe, Walter Scott, William Godwin y Edward Bulwer-Lytton. También se inspiró en las desaforadas historias que solían aparecer en la revista de Edimburgo Blackwood’s Magazine, que el bostoniano llegó a satirizar en sus relatos más estrafalarios como «El aliento perdido» y «Cómo escribir un artículo a la manera del Blackwood’s».
En poesía, se dejó cautivar desde muy joven por Lord Byron. Dentro de este género apreció bastante la poesía nocturna francesa y germánica, así como a todos los románticos ingleses: Shelley, Keats, Wordsworth y Coleridge. También valoró grandemente a Tennyson.
Poe asimismo conocía bien el trabajo de los más importantes científicos: Laplace, Newton, Kepler, etc. Pero el autor que probablemente aparece más veces citado en sus obras es el filósofo inglés Joseph Glanvill.
Poesía

Probablemente, de no haber tenido que trabajar de periodista, Poe se habría dedicado en exclusiva a la poesía. «Razones al margen de mi voluntad me han impedido en todo momento esforzarme seriamente por algo que, en circunstancias más felices, hubiera sido mi terreno predilecto», manifestó en el prólogo a El cuervo y otros poemas. Este será su género más controvertido y el que le granjeará las peores críticas.
Las épocas de creación poética más intensas se dieron al principio y al final de su carrera. Sus ideas sobre la poesía, aparecidas en su ensayo sobre «El cuervo» titulado «Filosofía de la composición», pueden parecer contradictorias. Declaró que la poesía era un mero artificio previsto y realizado con técnica de relojero, sin embargo, lo cierto es que admitía en ella todo lo que viene «de lo irracional, del inconsciente: la melancolía, la nocturnidad, la necrofilia, el angelismo, la pasión desapasionada, es decir, la pasión […] del que llora invariablemente a alguna muerta» cuyo amor ya no puede inquietarlo.
Cierta vez que promediaba triste noche, yo evocaba,
fatigado, en viejos libros, las leyendas de otra edad.
Ya cejaba, dormitando; cuando allá, con toque blando,
con un roce incierto, débil, a mi puerta oí llamar.
«—A mi puerta un visitante —murmuré— siento llamar;
eso es todo y nada más».«El Cuervo»
Pese a haberse iniciado en labores poéticas con dos poemas extensos («Tamerlán» y «Al-Aaraaf») siempre se declaró contrario a obras largas como la epopeya. En su ensayo «El principio poético» no concibe un poema de más de cien versos, aunque también deploraba las obras demasiado breves. El objetivo del poema es estético, su fin último es la belleza.
Edgar Allan Poe descreía de la poesía didáctica y alegórica: el poema nunca debe proponerse la verdad como fin. Por eso prefiere a Coleridge y Tennyson antes que a Wordsworth. (Es bien sabido que su otra gran influencia, desde muy joven, fue la de lord Byron.) Pero, como se ha visto, para Poe la poesía tampoco debía ser producto de la pasión, afirmación que puntualiza Julio Cortázar, para quien «El cuervo» nace más de la pasión que de la razón, y esto vale también para el resto de sus grandes poemas: «To Helen», «The Sleeper», «Israfel», «The City in the Sea», «For Annie», «The Conqueror Worm» y «The Haunted Palace», poemas cuyo impulso fundamental es análogo al que movió al autor a la ejecución de sus cuentos «más autobiográficos y obsesivos. […] Sólo su acabado, su retoque fueron desapasionados».
De Riquer y Valverde, sobre «El Cuervo»: «[…] aun con su efectismo y su machaconería rítmica […] demuestra su legitimidad cuando se lee directamente, antes de saber que existe un ensayo sobre su composición y la de la poesía en general».
Dos de sus mejores poemas son «Annabel Lee» —que muchos dicen inspirado por la muerte de su esposa—, obra que, pese a lo expresado por su autor, dice Cortázar que jamás hubiera podido brotar de una combinación cuidadosa y paciente de elementos, y «Ulalume», del que apunta el argentino que «Poe no sabía lo que había escrito, tal como podría afirmarlo un surrealista que escribiera automáticamente»; para Edward Shanks este poema «transfiere del poeta al lector un estado mental que ninguno de los dos podría definir con términos precisos».

En cuanto a su técnica poética, su ardiente defensor francés, Charles Baudelaire, recuerda que «Edgar Allan Poe concedía una importancia extraordinaria a la rima, y que, en el análisis que hizo del placer matemático y musical que el espíritu recibe de la rima, puso tanto cuidado, tanta sutileza como en todos los temas relacionados con la profesión poética. […] Hace en particular un uso acertado de las repeticiones del mismo verso o de varios versos, retornos obstinados de frases que simulan las obsesiones de la melancolía o de la idea fija…».
Habla también del célebre «verso leonino» de Poe (aquel que incluye una rima interior en el hemistiquio; Poe lo usó mucho en «El cuervo»). Para Baudelaire, en una palabra, la poesía de Poe era «profunda y reverberante como el sueño, misteriosa y perfecta como el cristal».
Según T. S. Eliot, el bostoniano «poseía, en grado excepcional, el sentido del elemento cadencioso de la poesía, de eso que podríamos llamar, en su acepción más estrictamente literal, la magia del verso».
Cuentos

A pesar se su pasión por la poesía, fue la prosa la que le reportó más fama y algún dinero. Hoy en día son legión los seguidores de sus cuentos, formato en el que fue más prolífico y por el que destacó.
Técnica
Poe comprendió que la eficacia de un cuento depende de su intensidad como acaecimiento. Cada palabra debe confluir, concurrir al acaecimiento, a la cosa que ocurre, y esta cosa que ocurre debe ser sólo acaecimiento y no alegoría o pretexto para generalizaciones psicológicas, éticas o didácticas. La cosa que ocurre debe ser intensa. Poe no se planteó estériles cuestiones de fondo y forma; era demasiado lúcido como para no advertir que un cuento es un organismo, un ser que respira y late, y que su vida consiste en un núcleo animado inseparable de sus manifestaciones».
Edmund Wilson destaca igualmente esta intensidad en Poe, relacionándola con las virtudes poéticas de su prosa: «Leemos los cuentos de Poe en nuestra niñez, cuando todo lo que podemos sacar de ellos son escalofríos, y sin embargo esos cuentos también son poemas que expresan las más intensas emociones». De este modo, el cuento de Poe «William Wilson» es superior a Dr. Jekyll y Mr. Hyde, de Stevenson, por su «sinceridad e intensidad.
Estatua de Edgar Allan Poe, por Moses Ezekiel (1917), en la facultad de Derecho de la Universidad de Baltimore.
Harry Levin sostiene que la principal contribución técnica de Poe a la narrativa es su manera enfática de interpretar sensaciones, hasta el punto de que André Gide le otorgó el mérito de inventar el monólogo interior.
Según Peter Ackroyd: «Calculaba sus efectos con mano maestra, siempre manteniendo un estricto control técnico de sus narraciones. Es significativo que revisara sus obras sin cesar, haciendo cambios puntuales y otros más generales. También es digno de notarse que su escritura era un modelo de caligrafía».
Padraic Colum, por su parte, lo sitúa como el creador del concepto de atmósfera en el arte literario. Cortázar llama a este recurso «creación de ambientes», y compara a Poe con otros maestros en esta técnica como Chéjov, Villiers de L’Isle-Adam, Henry James, Kipling y Kafka.
Poe valoraba en el relato corto por encima de todo la imaginación, así como la originalidad y la verosimilitud. Por lo tanto, el criterio que primaba en este tipo de relatos era exclusivamente estético. Según el crítico Félix Martín, «conocidos fueron sus pronunciamientos sobre la supremacía de la imaginación, su condena explícita de la intención moral en la obra de arte y de la alegoría moral, tanto en poesía como en narración, así como el rechazo de todo tipo de verdad inherente a los hechos del relato. […]
Al descartar el didacticismo moralizante como objetivo de la obra de arte, Poe la libera de criterios de verosimilitud externos y da rienda suelta a aquellos elementos fantásticos y formales que la configuran estéticamente, configuración apreciable sobre todo a través de los efectos que produce en el lector».
En The Cambridge Companion to Edgar Allan Poe, el crítico Scott Peeples declara: «Aunque Poe teorizó el relato como un sistema cerrado, cada una de cuyas palabras debía contribuir a un efecto preconcebido, sus propios relatos a menudo presentan situaciones donde un espacio cerrado («El aliento perdido», «Los crímenes de la calle Morgue», «La máscara de la muerte roja», «El entierro prematuro», «¡Tú eres el hombre!», «La carta robada») o una trama perfecta («El corazón delator», «El gato negro», «El demonio de la perversidad») se rompen: el espacio vacío no lo estaba en realidad, el crimen perfecto se ve frustrado por obra de la conciencia culpable o la «perversidad», o, como en «Usher», el cadáver no está realmente muerto. Una y otra vez Poe nos demuestra que el control es una ilusión, aunque insiste en que el trabajo de ficción en sí mismo permanece bajo control».
En función a su contenido, Cortázar al traducirlos, los agrupó en:
- Cuentos macabros
- Sobrenaturales.
- Metafísicos
- Analíticos
- De anticipación y retrospección
- De paisaje
- Grotescos y satíricos
Macabros
Constituyen su obra más conocida y propiamente genuina. Poe no pretende helar la sangre del lector como compatibilizar lo gótico con la profundidad psicológica, logrando elevar el género a la categoría de gran arte. El bostoniano modifica el goticismo, restándole elementos sobrenaturales, como en su relato «El gato negro», en que el desencadenante del horror final es un gato vivo. Lo que traza de algún modo Poe en sus principales relatos es una suerte de «geografía de la imaginación». Entre los herederos directos del goticismo poeano, se encuentran Edith Wharton, William Faulkner, Flannery O’Connor, Hart Crane, Stephen King, entre otros.
El escritor y crítico irlandés Padraic Colum aseguró que relatos como «El barril de amontillado», «El pozo y el péndulo», «La caída de la casa Usher», «Ligeia», se encuentran entre los mejores relatos de todos los tiempos. Mauro Armiño los considera narraciones más sugestivas del siglo XIX. De Riquer y Valverde, sostienen que «sus narraciones y algún poema suyo están entre las obras universales de la literatura norteamericana.
El de terror fue un género que adoptó Poe para satisfacer los gustos del público de la época. Edmund Wilson subraya los contenidos oníricos y simbólicos en sus relatos, en tanto que Van Wyck Brooks se pregunta qué papel pudieron desempeñar en los mismos los extraños sueños y las terribles pesadillas que padeció desde su adolescencia. Según este crítico, «uno comparte más intensamente las pesadillas de Poe que vive las propias». Richard Wilbur manifestó que la grandeza de Poe proviene principalmente de su genio puramente literario, pero también de su maestría en la definición de los estados de ánimo, así como de las transiciones entre los mismos, y de sus posibles significados e implicaciones, todo lo cual logra encuadrarlo en estructuras oníricas.
Destacan en este tipo de historias la recreación de una «atmósfera de terror cerebral». Harry Levin vislumbra en relatos como «Manuscrito encontrado en una botella» y «Un descenso al Maelstrom» una «impaciencia por enfrentarse a lo desconocido» que «se aproxima hasta el propio borde del abismo, y aún más allá, hacia el país inexplorado de cuya frontera ningún viajero regresa, aunque le es dado enviar mensajes de desesperación, manuscritos embotellados, por decirlo así».
En estos cuentos los temas más recurrentes tienen que ver con la muerte, incluyendo sus manifestaciones físicas, los efectos de la descomposición de los cadáveres («La verdad sobre el caso del señor Valdemar»), temas también relacionados con el entierro prematuro («El entierro prematuro»), la reanimación de cadáveres («Conversación con una momia», «La caída de la casa Usher») y demás asuntos luctuosos. En notable la obsesión por la necrofílica y sádismo del autor, manifestada en distintos niveles y matices, según los relatos.
Eros y Tánatos son uno, en Edgar Allan Poe. La muerte de la amada determina su amor a la muerte. Pero el amor a la muerte es la muerte del amor. La necrofilia de Poe es, a la vez, su necrofobia. Lo que más le atrae es lo que produce el supremo horror. Y es precisamente este horror macabro, este terror del alma, que nace solo de su alma enferma, lo que hace entroncar a Poe con la tendencia negra del prerromanticismo inglés. Krutch, y Wilson sugieren que el atroz sadismo en los últimos cuentos de Poe se debe a algún tipo de represión emocional. La extraña relación de Poe con su mujer, Virginia Clemm, y sus sentimientos de ambivalencia ante su enfermedad y muerte, podría explicar el agudo remordimiento que tantas veces afecta a sus héroes.

Otros temas en sus historias macabras son la venganza («Hop-Frog», «El barril de amontillado»), la culpa («William Wilson», «El corazón delator», «El gato negro», «El demonio de la perversidad»), el alcohol y el opio («El gato negro», «La caída de la casa Usher», «El rey Peste»), la voluntad («Ligeia», «Morella»), la claustrofobia («El barril de amontillado», «El entierro prematuro», La narración de Arthur Gordon Pym).
Con motivo de sus primeras publicaciones del género, la crítica lo acusó de dejarse llevar en exceso por la influencia de la fantasía alemana, por ejemplo de Hoffmann. A lo que el escritor replicó, en el prólogo a su libro Cuentos de lo grotesco y arabesco:
Si muchas de mis producciones han tenido como tesis el terror, sostengo que ese terror no viene de Alemania, sino del alma; que he deducido este terror tan sólo de sus fuentes legítimas, y que lo he llevado tan sólo a sus resultados legítimos.
Dostoyevski anota que el estadounidense era realista en comparación con un idealista alemán como Hoffmann. Sus fantasías eran extrañamente materialistas «incluso en sus imaginaciones más desatadas [y con ello] se descubre como un auténtico americano». The Penguin Encyclopedia of Horror and the Supernatural, sin embargo, defiende justo lo contrario: «Nada en Poe, por supuesto, es ni de lejos realista, y, como Julian Symons ha señalado con buen criterio, «No hay ninguna razón adecuada para las cosas terribles que vemos suceder». Este aire fantasmagórico ha logrado fascinar a generaciones de lectores».
Otro maestro del terror como es Lovecraft, en su ensayo El horror sobrenatural en la literatura, comenta: «Poe nos ha dejado la visión de un terror que nos rodea y está dentro de nosotros, y del gusano que se retuerce y babea en un espantoso y cercano abismo. Al calar en cada uno de los supurantes horrores de la alegremente pintada broma que lleva el nombre de existencia y en la solemne mascarada que son el pensamiento y los sentimientos humanos, esa visión tiene el poder de proyectarse a sí misma en unas cristalizaciones y trasmutaciones tenebrosamente mágicas».
En el aspecto técnico Cortázar propone quen en los relatos de Edgar Allan Poe, el ambiente resulta de la eliminación casi absoluta de puentes, de presentaciones y retratos; se nos pone el drama, se nos hace leer el cuento como si estuviéramos dentro. Poe no es nunca un cronista; sus mejores cuentos son ventanas, agujeros de palabras».
«Lo que los escritores americanos y sus exegetas han adorado en Poe —declara Harold Bloom—, sin apenas ser conscientes de ello, es su percepción y su sensación, algo más que freudianas, opresivas y curiosamente originales, de la sobredeterminación. Walter Pater comentó en una ocasión que los museos lo deprimían porque le hacían dudar de que jamás alguien hubiera sido joven. Nadie fue nunca joven en ningún relato de Poe. Como hizo observar un enojado D. H. Lawrence, todos en Poe son vampiros, en particular el propio Poe».
Sobre estas narraciones cabe también la sugerencia de que Poe pudo recrearlas como aspectos aislados de las novelas góticas, como pasajes desgajados de un conjunto narrativo más amplio, destacando así poderosamente por sus terribles contenidos, libres de todo adorno.
Muchas de las historias que acaban de citarse han sido encuadradas dentro del llamado romanticismo oscuro (dark romanticism), en el que lo acompañaron autores como Nathaniel Hawthorne y Herman Melville. Este movimiento surgió como reacción al trascendentalismo de la época, que Edgar Allan Poe detestaba. Calificaba a los seguidores de este movimiento de frogpondians (algo así como ranas de charca, en referencia al estanque de un conocido parque de Boston) y ridiculizaba sus escritos denominándolos «dementes gestiona-metáforas» (metaphor-run mad) que incurrían en «la oscuridad por la oscuridad» y «el misticismo por el misticismo». El escritor, sin embargo, en una carta a su gran amigo Thomas Holley Chivers, escribió que él no odiaba a los trascendentalistas, sino «sólo a los sofistas que se cuentan entre ellos».
Detectivescos

Poe igualmente dio origen a la novela policíaca con sus cuentos analíticos y de misterio: «La carta robada», «Los crímenes de la calle Morgue», «El escarabajo de oro» y «El misterio de Marie Rogêt», que influyeron de lleno en autores posteriores como Arthur Conan Doyle, cuyo Sherlock Holmes está inspirado directamente en el Auguste Dupin de Poe.
Dupin sin embargo no es el personaje íntegro que pretende aparentar, ya que «no es tanto el rival directo del criminal que persigue como una figura profundamente contaminada por ese mismo submundo que pretende desvelar». Esto se observa por ejemplo en las llamativas similitudes (ambos son poetas, ambos roban una carta, su apellido empieza por D…) entre el detective y el ministro criminal de «La carta robada»; por otra parte, la interdependencia entre detective y criminal es clara.
El éxito de estos cuentos se debía a que eran «algo en una nueva clave». Su mayor éxito literario en prosa le llegó de uno de estos relatos: «El escarabajo de oro». Aparte de «El Cuervo», fue la obra que conoció mayor difusión a lo largo de su vida y por ella recibió cien dólares de premio en un concurso, la cantidad más alta que consiguió nunca por sus escritos.
De entre todos, el más importante es «Los crímenes de la calle Morgue». Publicado en 1841, es considerado el primer cuento de detectives moderno. Poe lo llamó «cuento de raciocinio»
Acerca de este mismo cuento, escribió Matthew Pearl que la experiencia de leerlo «consiste en que nuestro propio papel de investigadores emerge junto con el del narrador, y por supuesto el hecho de que el propio narrador permanezca innominado todo el tiempo facilita nuestra identificación con él al lado de Dupin». Recuerda asimismo que estos relatos del bostoniano giran todos en torno a víctimas femeninas, lo que contrasta con otros como «Usher» o «Berenice», en los que la pérdida de la mujer «señala la plena y definitiva desintegración de cualquier orden dominante».
Ni siquiera en sus cuentos analíticos se salva Poe de sus peores obsesiones.Según Cortazar el genio de Poe no tiene nada que ver con su neurosis. No es el «genio enfermo», como se le ha llamado, sino que su genio goza de espléndida salud, al punto de ser el médico, el guardián y el psicologo de su alma enferma.
Harry Levin afirma que la esencia del genio de Poe descansa en la dicotomía sombra-duda, y esto se manifiesta en su personaje más querido, el raisonneur Auguste Dupin, que oscila entre el creador y el desvelador de misterios. Por otra parte, estas historias están estrechamente relacionadas con las de exploración; tanto en unas como en otras parece buscarse la resolución del misterio del universo.
Según Mauro Armiño, en sus relatos detectivescos Poe se aleja bastante de los usos actuales, que se cifran en «perder al lector en una maraña de datos falsos que oculten precisamente el elemento eje; […] Poe hace hincapié no en el burdo despiste del lector: lo que más le interesa es seguir el proceso de raciocinio que lleva a Dupin —antecedente directo de Sherlock Holmes— a la resolución del misterio».
De ciencia ficción
El bostoniano dio asimismo un significativo impulso al género emergente de la ciencia ficción, respondiendo así a los recientes avances científicos y tecnológicos. Aunque se ha dicho que Poe inventó el género, según John Tresch, en realidad lo que hizo fue «descubrirlo» en el seno de una tradición preexistente, reformándolo y adaptándolo a la retórica y las innovaciones técnicas de su tiempo. Por otra parte, sentó las bases para algunos de los modos y temas que adquirirían carta de naturaleza en la segunda mitad del siglo XX.
Ya se ha destacado que el autor escribió gran parte de su obra de acuerdo con los gustos populares de la época, lo que vendía. A tal efecto, sus relatos recogen a menudo elementos de la pseudociencia, la frenología y la fisiognomía.
Hugo Gernsback, creador del término ciencia ficción que dio nombre a los Premios Hugo, citaba solo a tres autores del género anteriores a los años 30: Poe, Verne y Wells. En castellano existe una edición de los relatos de ciencia ficción del autor que contiene trece obras, desde «Von Kempelen y su descubrimiento» hasta «Un cuento de las montañas escabrosas», e incluso «Manuscrito encontrado en una botella».

En sus cuentos más declaradamente macabros aparecen en ocasiones elementos de la ciencia ficción, y al contrario, de forma que a veces es difícil determinar el género exacto a que pertenecen obras como La verdad en el caso del Sr. Valdemar y Manuscrito hallado en una botella. Por otro lado, hay alguna pieza que combina ciencia ficción, terror y prosa poética: «La conversación de Eiros y Charmion», o sátira y ciencia ficción («Mellonta Tauta»), y el ensayo «Eureka» ha sido encuadrado a veces dentro de ésta.
Es bien sabido que la hibridación de géneros domina hoy en todo el ámbito de la literatura fantástica, pero Poe, además, prefigura algunos de los temas centrales de la ciencia ficción moderna: los universos alternativos («Revelación mesmérica»), los viajes espaciales («El camelo del globo»), los viajes en el tiempo («Mellonta tauta»).
Harry Levin afirma que Poe carecía del don de la serendipia (hallazgo afortunado), y que sus descubrimientos no son nunca felices, sino más bien visiones atormentadas atrapadas siempre en su desventurado universo.
Sobre el relato «La incomparable aventura de un tal Hans Pfaall», comenta Baudelaire: «¿Quién de entre nosotros habría osado a los veintitrés años dirigirse a la luna, equipado de nociones astronómicas y físicas suficientes, y aferrar imperturbablemente su manía o más bien el hipogrifo sombrío de la verosimilitud?.
En cuanto a su repercusión dentro de este campo, a través de la mezcla de distintos niveles lógicos en relatos como «El retrato oval» o «William Wilson», Poe es claro precursor de la literatura metaficcional de autores como Borges, Italo Calvino, Nabokov, John Barth y Paul Auster. Y la mezcla de niveles patológicos de realidad prefigurará obras fundamentales de otros autores como Ursula K. Le Guin, Philip K. Dick o Stanislaw Lem.
Satíricos y poéticos
Dedicó asimismo muchos relatos a la sátira, al humor e incluso la mistificación humorística (patraña). Para crear el efecto cómico, solía servirse de la ironía y la extravagancia absurda, en un intento de poner coto al conformismo ideológico del lector. Así, «Metzengerstein», su primer cuento publicado, y también su primera incursión en el terror, había sido concebido inicialmente como una sátira del género, ya se ha dicho que muy popular en la época.
«No hay mañanas en el mundo de Edgar Allan Poe […] —sostiene Brooks— y si algunos de sus cuentos son humorísticos, tal vez sean los más siniestros de todos, ya que uno raramente encuentra calidez alguna en su humor», en lo que no quiso seguir a su admirado Dickens. «Su humor era de los que dan escalofríos, el tipo de jocosidad macabra para la que nada es tan divertido como lo horrible y que halla deleite en pellizcar la nariz de un cadáver».
Harry Levin califica las estructuras poeanas de «imaginativas», lo que posibilita que, en este tipo de piezas, la comedia aparezca revestida de histeria; «su cultivo de lo extraño en las proporciones lo conduce de la belleza a la caricatura. Como hijo de padres actores era normal que acabase convertido en un histrión literario y que su técnica narrativa brotase animada de «dramatismo»».
Daniel Royot describe el humor de Poe exento de pretensiones éticas, «se reviste de las más inesperadas pulsiones en sus historias de desenlace absurdo con el propósito de recrear una especie de anárquica, dionisíaca euforia. [Poe] Introduce el absurdo con objeto de desmenuzar la corteza de significado unívoco y provocar una experiencia paroxística».
Julio Cortázar señala que la sátira en cuentos como «El timo considerado como una de las ciencias exactas», «El hombre de negocios» o «Los anteojos» se transforma en desprecio. Esto se evidencia en sus personajes: «Astutos seres que embaucan a la masa despreciable, o miserables muñecos que van de tumbo en tumbo, cometiendo toda clase de torpezas. […] Y cuando incurre en el humor («El aliento perdido», «Bon-Bon», «El rey Peste«) suele derivar inmediatamente en lo macabro, donde está en su terreno, o en lo grotesco, que considera desdeñosamente el terreno de los demás».
Baudelaire, en el prólogo a su traducción de las Historias extraordinarias del estadounidense afirma: «Son cuentos llenos de magia que aparecen reunidos bajo el título de Tales of the Grotesque and the Arabesque, título notable e intencionado, puesto que los ornamentos grotescos y arabescos rehúyen la figura humana, y ya veremos cómo la literatura de Poe es en muchos aspectos extra o supra humana».
Por su lado Robert Louis Stevenson, en un conocido ensayo sobre Poe, llegó a afirmar: «Quien fue capaz de escribir «rey Peste» dejó de ser un ser humano». Estas narraciones, sin embargo, debido a su extravagancia, fueron muy apreciadas por los poetas surrealistas.
Mención aparte merecen sus relatos de corte poético y metafísico, muchos de ellos auténticos poemas en prosa, de acendradas virtudes estéticas: «La conversación de Eiros y Charmion», «El coloquio de Monos y Una», «El alce», «La isla del hada», «Silencio», «Sombra», etc. Algunos autores defienden que la belleza musical de los relatos de Poe era comparable a la de sus mejores poemas; en ellos igualmente encontramos «oscuros pantanos, paisajes salvajes y tristes, y figuras fantasmales deslizándose de un lado a otro»
Novela

La narración de Arthur Gordon Pym (The Narrative of Arthur Gordon Pym of Nantucket) (1838) es la única novela que escribió Poe. Se trata de un relato de aventuras marineras de tipo episódico, centrado en su intrépido protagonista, quien encontraría eco posteriormente en las obras de Stevenson. El autor buscó sus fuentes principalmente en antiguas leyendas marineras, como la del Holandés errante, y en sus lecturas de Daniel Defoe y S. T. Coleridge («la afinidad más acusada es con La balada del viejo marinero, ese alma agónica que alcanza la vida a través de la muerte», según Levin).
Debido a la abundancia de detalles macabros que contiene y a su indescifrable desenlace, la obra ha estado siempre rodeada de polémica. Esta novela fue muy valorada por los surrealistas, que destacaban en ella su maestría en la recreación de elementos inconscientes. Por este motivo también ha sido muy estudiada por el psicoanálisis. Julio Verne escribió una continuación: La esfinge de los hielos.
Según Cortázar, «la obra posee el doble valor de un libro de aventuras lleno de episodios «vividos» y a la vez de una corriente subterránea evasiva y extraña, un trasfondo que cabría considerar alegórico o simbólico, de no tener presente la tendencia contraria del autor, y sus explícitas referencias en este sentido». Por la constante «tendencia al Sur» que se observa en la trama, en Arthur Gordon Pym se hace patente la fuerte autoconciencia sudista de su autor; también se transparenta una cierta dosis de racismo, lo que manifiestan igualmente «El escarabajo de oro» y «El sistema del Dr. Tarr y el profesor Fether».
Harry Levin destaca que Poe trató de lograr el estilo «plausible y verosímil» que admiraba en Robinson Crusoe, y que se documentó astutamente mediante mapas, cuadernos de bitácora, crónicas e informes marineros. La obra no puede evitar ser receptáculo de la obsesión claustrofóbica del autor, que se encarna incluso en el marco del océano abierto; en cuanto a su final, «si Edgar Allan Poe hubiese sido más un alegórico que un materialista, estaríamos tentados de contemplar la salvación de Pym en términos teológicos».
Entonces Nu-Nu se estremeció en el fondo de la canoa, pero al tocarlo descubrimos que su espíritu lo había abandonado. Y de pronto nos vimos precipitados en el abrazo de la catarata, y un abismo se abrió en ella para recibirnos. Pero surgió a nuestro paso una figura humana velada, cuyas proporciones eran mucho más grandes que las de cualquier habitante de la tierra. Y la piel de aquella figura tenía la perfecta blancura de la nieve.
Poe dejó inacabada otra novela de aventuras: El diario de Julius Rodman, aparecida en la revista Burton’s Gentleman’s Magazine por entregas. Solo salieron las seis primeras, de enero a junio de 1840. En esta obra se narra un viaje ficticio a las Montañas Rocosas en tiempos de la conquista del Oeste, temática que sería muy frecuentada por la literatura estadounidense, con un contemporáneo de Poe, James Fenimore Cooper, a la cabeza. Este relato inacabado fue publicado por primera vez en castellano en 2005.
Ensayo y crítica]
Poética
Edgar Allan Poe elaboró su propia teoría de la literatura, que aparece diseñada en su obra crítica y en ensayos como «El principio poético». Esta obra constituye un manifiesto esteticista radical:
Un instinto inmortal, profundamente enraizado en el espíritu del hombre, es de este modo, dicho sin rodeos, un sentido de lo Bello. Esto es lo que administra para su deleite en las múltiples formas, sonidos y olores en los que existe. E igual que el lirio se refleja en el lago, o los ojos de Amarilis en el espejo, así la mera repetición oral o escrita de estas formas, sonidos, colores, olores y sentimientos, es una duplicada fuente de deleite.
El autor dio siempre pruebas de aborrecer el didactismo y, pese a que varias de sus obras utilizan este recurso, la alegoría. Creía que el sentido en literatura discurre bajo la superficie expresa. Las obras con un sentido demasiado obvio, escribió, dejan de ser arte. Opinaba además que aquéllas debían ser breves y enfocadas a causar un efecto muy concreto para lo cual el escritor debía calcular cada efecto e idea. En otro conocido ensayo sobre la materia, «Filosofía de la composición», el escritor describe el método que siguió en la escritura de «El cuervo», afirmando que fue dicho sistema tan frío el que utilizó.
Muchas veces se ha cuestionado, sin embargo, si esto es cierto. El poeta T. S. Eliot declaró irónicamente al respecto: «Es difícil para nosotros leer este ensayo sin meditar que si Poe llevó a cabo el poema con ese cálculo, debería haberse tomado más molestias en ello: el resultado no acredita el método». El biógrafo Joseph Wood Krutch describió el ensayo como «un ingeniosísimo ejercicio en el arte de la racionalización».
Las ideas rectoras de Poe, tanto a efectos poéticos como críticos, eran la originalidad, que proponía como método de búsqueda del efecto literario, y el propio método, según supo ver muy bien Paul Valéry. También otorgaba gran importancia a la seriedad o verosimilitud, en sus propias palabras. Valéry subraya asimismo un aspecto innovador en la estética de Poe que sólo se valoraría muchos años después de su muerte: «Por primera vez, las relaciones entre la obra y el lector eran elucidadas y consideradas como los fundamentos positivos del arte».
Ensayo

Poe ejerció el ensayo sobre los temas más variados: la larga meditación cosmológica «Eureka», los comentarios breves reunidos en Marginalia, y los trabajos monográficos «Criptografía», «Filosofía del moblaje», «Arabia pétrea», «El jugador de ajedrez de Maelzel», etc.
«Eureka», ensayo escrito en 1848, supone una teoría cosmológica que en algunos pasajes parece presagiar la del big bang, la teoría de la relatividad, el espacio-tiempo(«[…] las consideraciones que en este ensayo hemos seguido paso a paso nos permiten percibir de un modo claro e inmediato que el espacio y la duración son una sola cosa»), los agujeros negros así como la primera solución conocida a la llamada paradoja de Olbers:
Siendo la sucesión de estrellas interminable, el fondo del cielo debería presentar para nosotros una luminosidad uniforme, como la mostrada por la Galaxia, dado que no podría haber razón alguna por la que, contra todo punto de ese fondo, no se destacase al menos una estrella. La única razón, por tanto, en tales circunstancias, por la que podríamos entender los vacíos que nuestros telescopios encuentran en direcciones innumerables, sería suponiendo la distancia del fondo invisible tan inmensa que ningún rayo de luz a partir de dicho fondo ha sido capaz de alcanzarnos todavía.
De «Eureka»
De hecho, Eureka está repleta de errores científicos. En particular, las afirmaciones del autor contradicen los principios newtonianos. Harry Levin ve en Eureka algo «más que el colmo de la mistificación o una rapsodia megalomaníaca. Puede ser leída como una refutación racionalista de la metafísica del Trascendentalismo, o como un experimento pionero en el género embrionario de la ciencia ficción». Esta obra fue muy valorada por los poetas Paul Valéry y W. H. Auden.
Otra gran afición de este autor fue la criptografía, a la que dedicó excelentes páginas. En cierta ocasión retó a los lectores de un periódico de Filadelfia a que le presentaran escritos cifrados que él logró resolver. En julio de 1841, publicó un ensayo titulado «Algunas palabras sobre la escritura secreta» en la revista Graham’s Magazine, y comprendiendo el gran interés del público en el asunto escribió uno de sus grandes relatos «The Gold-Bug» («El escarabajo de oro»), obra que incorporaba acertijos criptográficos.
Su éxito en la criptografía se debía, sin embargo, según explican los expertos, a la ignorancia sobre el tema de sus admirados lectores, pues su método era muy elemental. En cualquier caso, su esfuerzo contribuyó a popularizar esta disciplina en su país. Uno de sus seguidores más entusiastas, el famoso descifrador William F. Friedman, fue en su juventud gran lector de «El escarabajo de oro»,lo que le sirvió durante la Segunda Guerra Mundial para descifrar el código japonés PURPLE.
Crítica
Poe vivió siempre aislado de las corrientes culturales dominantes en su país, y sin embargo se embarcó en una batalla crítica que le ocupó los últimos años de su vida. En esta faceta son destacables sus reseñas sobre Longfellow, Dickens y Hawthorne. La cultura de que hace gala en sus críticas es abundante, pero no todo lo asombrosa que él intentó hacer ver pues presentaba grandes lagunas. No hay que olvidar que su educación académica se redujo a sus años de colegio y al único año que pasó en la Universidad de Virginia.
Según Cortázar, su acceso a las fuentes bibliográficas directas se veía casi siempre reemplazado por centones, resúmenes, exposiciones de segunda o tercera mano, aunque su inteligencia y su memoria hacían maravillas. Un buen ejemplo de lo heterogéneo de sus gustos, su agudeza y sensibilidad, puede verse en el conjunto de ensayos titulado Marginalia, que, en palabras de Cortázar, «proporciona una clara visión de su latitud cultural, sus intereses y sus ignorancias». En uno de estos ensayos definió la crítica como una obra de arte.
Hoy es debatida su importancia como crítico. Mientras que Edmund Wilson opina que esta parte de su obra es el «conjunto crítico más notable producido en los Estados Unidos», otros estudiosos señalan su falta de valor.
El crítico Kent Ljungquist, en su artículo sobre el autor «The poet as critic», sostiene que «cualquiera que sean las fuentes de la práctica literaria y los principios críticos [de Poe] –probablemente una combinación de fuentes inglesas y alemanas (Coleridge, los filósofos del Sentido Común, A. W. Schlegel, quizá Kant y Schiller)–, su influencia ha sido inmensa. Sus reseñas de Hawthorne lo señalan como el primer teórico significativo del cuento moderno. […] Robert L. Stevenson, Jorge L. Borges y Vladimir Nabokov han usado los cuentos de Poe como pretextos para sus propios experimentos literarios».
Edgar Allan Poe no entraba nunca a juzgar las ideas expuestas en las obras, sus críticas eran literarias y sólo literarias, y excesivamente ácidas y despiadadas en ocasiones, lo que le llevó a enemistarse con sus colegas contemporáneos. Sin embargo, según afirmó W. H. Auden: «Nadie en su época puso tanta energía en el intento de lograr que sus contemporáneos poetas tomaran su oficio en serio».
Poe denunciará el esnobismo anglicizante de sus contemporáneos, su servil sumisión a los autores de ultramar y al veredicto de los magísters de Londres y Edimburgo. Julio Cortázar, sobre esta faceta del autor, resume que en la enorme mayoría de los casos en sus críticas Poe tenía razón, y que sólo se equivocó al condenar literariamente a Thomas Carlyle.
Legado e influencia
El alcance de la influencia de Edgar Allan Poe en todos los ámbitos literarios es inabarcable. El crítico David Galloway ha resaltado que la misma se basa en «la fuerza de su profunda inteligencia creadora que pudo hacer cristalizar actitudes, técnicas e ideas que nos parecen particularmente modernas». El estudioso español Félix Martín menciona sus repercusiones en el simbolismo francés, en la estética del decadentismo inglés. También en la ficción detectivesca, en el desarrollo de la figura narrativa del Doppelgänger (el doble), así como en las teorías formalistas y estructuralistas contemporáneas.
Otras influencias igualmente patentes: su incidencia en la ciencia ficción y la literatura terrorífica, en el absurdismo grotesco del gótico sureño, su impacto estético entre los trascendentalistas norteamericanos, y el alcance de su filosofía científica y de sus conocimientos psicológicos y parapsicológicos, así como el de su crítica literaria.
Durante toda su vida, Poe fue principalmente reconocido como crítico literario. Su amigo, también crítico, James Russell Lowell, lo llamó «el crítico más exigente, filosófico y sin miedo a obras imaginativas que ha escrito en América», aunque se preguntaba si alguna vez utilizaba ácido prúsico en lugar de tinta. Lowell llegó también a afirmar: «No conocemos a nadie que haya desplegado unas habilidades más variadas y sorprendentes».
También muy conocido en su tiempo como escritor de ficción, fue uno de los primeros autores estadounidenses del siglo XIX en llegar a ser más popular en Europa que en su país. El respeto que se le tiene en Francia es debido principalmente a las tempranas traducciones de su obra por parte de Charles Baudelaire, traducciones que pronto fueron consideradas definitivas en toda Europa.
Las obras policíacas de Poe protagonizadas por el ficticio C. Auguste Dupin, iluminaron directa y decisivamente toda la literatura del género posterior. Sir Arthur Conan Doyle, «padre» de Sherlock Holmes, declaró: «Cada una de estas obras constituye una raíz de la que ha brotado toda una literatura. […] ¿Dónde estaba la literatura policíaca antes de que Poe le insuflara el aliento de vida?». La asociación Mystery Writers of America ha denominado en su memoria a sus más importantes galardones los Edgars.
Poe también influyó de forma decisiva en la ciencia ficción, muy notablemente en el francés Julio Verne, quien escribió una secuela de la novela poeana La narración de Arthur Gordon Pym. Verne la tituló La esfinge de los hielos. El autor británico de ciencia ficción H. G. Wells apuntó que «Pym narra todo aquello que una inteligencia de primer orden era capaz de imaginar sobre el Polo Sur hace un siglo». Ya en el siglo XX, escritores de terror y ciencia ficción tan importantes como H. P. Lovecraft y Ray Bradbury afiman haberse inspirado abiertamente en Poe.
Al igual que otros artistas célebres, sus obras han conocido multitud de imitadores.Una corriente muy curiosa es la de aquellos clarividentes o personas con poderes paranormales que se autoproclaman canales de ultratumba de la voz poética de Poe. Uno de los más singulares fue la poetisa Lizzie Doten, quien, en 1863, publicó Poems from the Inner Life (Poemas de la vida interior), libro en que aparecen presuntos poemas recibidos del espíritu de Poe. Estas piezas no eran más que refritos de poemas como «The Bells», pero reflejando una nueva y positiva significación.
Kevin J. Hayes, editor de The Cambridge Companion to Edgar Allan Poe, lo define, en el contexto del siglo XIX, como un anticipador «único» del arte moderno y del «arte por el arte«, que dominaron el siglo posterior, y menciona, con abundancia de datos, solo a algunos de los artistas plásticos a los que influyó decisivamente: Edward Hopper, Édouard Manet, Odilon Redon, Paul Gauguin, Max Ernst, Salvador Dalí, Alberto Martini, René Magritte, Marcel Duchamp, a los expresionistas alemanes, a los cineastas Alfred Hitchcock y Robert Wiene, Roger Corman entre otros.
Poe no logró suscitar en España el extraordinario interés que despertó en Francia, pero es muy conocido su peso en el marco de la narrativa hispanoamericana, con Cortázar y Borges a la cabeza. Según Félix Martín, «La constante reedición de su obra narrativa, sin embargo, es indudablemente la prueba más fehaciente de que Poe continúa ejerciendo una influencia poderosa y magnética sobre el lector español. La escasez de estudios críticos en castellano merecería ser disculpada por este motivo».
La figura histórica del escritor ha aparecido como personaje de ficción en multitud de obras literarias, musicales y audiovisuales, en las cuales suele hacerse hincapié en el tópico del «genio chiflado» o el «artista atormentado», explotándose asimismo sus infortunios personales. A veces Poe aparece mezclado con sus propios personajes, con alguno de los cuales intercambia la identidad. En la novela La sombra de Edgar Allan Poe, de Matthew Pearl, dos detectives aficionados rivalizarán en la tarea de desentrañar la muerte del poeta; uno de ellos habría servido de inspiración para el Auguste Dupin.
En 2009, uno de los primeros ejemplares de su libro Tamerlane and Other Poems (se cree que solo se conservan doce en todo el mundo), fue vendido por un precio récord en la literatura estadounidense: 662 500 dólares. Se ha calculado que, a lo largo de su vida, Poe no obtuvo más allá de trescientos dólares por toda su obra editada.
CRÍTICAS A SU OBRA
Poe no sólo recibió alabanzas. El poeta William Butler Yeats fue muy crítico con el autor de «El Cuervo», al que consideraba «vulgar».Esa misma idea expresó Aldous Huxley según el cual Poe incurría en la vulgaridad al ser demasiado poético, y veía su equivalente en el hecho de llevar un anillo de diamantes en cada dedo.
La polémica suscitada en torno a su figura es llamativa, especialmente en lo que respecta a su poesía. El crítico Harold Bloom sitúa a Poe en el duodécimo lugar entre los poetas norteamericanos del siglo XIX, y llama la atención sobre su constante sobrevaloración por parte de la crítica francesa. Otros autores como Yvor Winters y Aldous Huxley, como hemos visto, se encuentran en la misma línea.
Su controvertida figura se forjó en su patria principalmente a partir de las manipulaciones de sus enemigos literarios directos, Rufus W. Griswold o Thomas Dunn English, y también de primitivos análisis de corte psicoanalítico, como los practicados por Marie Bonaparte o Joseph Wood Krutch. Estas versiones deformadas y manipuladas perduraron no obstante durante muchas décadas, hasta que fueron puestas en entredicho. Finalmente fueron descartadas como grotescas y falsas, a través del estudio de grandes especialistas como John Henry Ingram y Arthur Hobson Quinn, ya bien entrado el siglo XX.
Según Van Wyck Brooks, en cualquier caso, Poe no conoció en vida tantos enemigos como se supone. Hubo más personas que lo apoyaron que aquellas que lo denigraron, y, más que de bohemio, siempre tuvo fama de trabajador, puntual y constante.
ENTIDADES

En Estados Unidos existen varias entidades dedicadas a la memoria de Poe y ubicadas en lugares en los cuales vivió el escritor. Entre otras, el Edgar Allan Poe Museum of Richmond. También se conserva su dormitorio en la Universidad de Virginia. Su casa de Baltimore, donde vivió a los veintitrés años, es hoy el Edgar Allan Poe House and Museum, sede de la Edgar Allan Poe Society. De Filadelfia se conserva la última casa donde vivió. Ahora es el Edgar Allan Poe National Historic Site. Su última casa de campo en el Bronx, de Nueva York, se conserva, en su ubicación original, como el Edgar Allan Poe Cottage.
