Era el 17 de Octubre de 1986. Sí, hoy se cumplen exactamente 33 años. Y fue de aquellos momentos que recordaré toda la vida.
La Barcelona del 86
Era mediodía, yo conducía por las calles de la ciudad de vuelta a las oficinas de la empresa de publicidad para la que trabajaba. De pronto, todos los coches a mi alrededor hicieron sonar las bocinas, como si se hubieran puesto de acuerdo. No era una acción de protesta, al contrario era una muestra de alegría, de júbilo: Barcelona acaba de ser designada sede de los J.J.O.O. de 1992.
Se me saltaron las lágrimas. Mi ciudad, el lugar donde nací y me vió crecer, el rincón que consideraba indiscutiblemente mi casa, iba a organizar uno de los eventos planetarios más importantes. ¡Nos iban a ver en todo el mundo! Una euforia recorrió las calles. La gente se notaba alegre, contenta. Incluso en mi trabajo, el capullo de mi jefe descorchó una botella de cava y todos brindamos eufóricos.
La Barcelona del 92
Fueron momentos maravillosos. Demostramos al mundo (y a nosotros mismos) de lo que éramos capaces. Barcelona era imparable. Era la ciudad de moda, todo el mundo quería venir aquí. Éramos la envidia de cualquiera.
Barcelona hoy
Hoy vuelvo a llorar por mi ciudad otra vez, pero esta vez de tristeza, de pena. ¿Cómo hemos llegado a esto? ¿Dónde fue a parar toda esa alegría, todo ese esfuerzo por hacer de la nuestra, la mejor ciudad del mundo? ¿Dónde quedó ese entusiasmo que nos unía a todos, altos, bajos, mayores, jóvenes, hombres y mujeres? ¿Qué nos ha pasado?
La vida me ha llevado a vivir fuera, pero sigo sintiendo a Barcelona como mi ciudad. Y en estos momentos más que nunca echo de menos a la Barcelona del 92. Espero que algún día pueda sentir de nuevo su calidez, su vitalidad. Porque yo, por encima de creencias, banderas y estados, yo soy barcelonés.
