Un año después de que la bomba atómica arrasara Hiroshima, en la zona cero, justo debajo de donde había explotado la Little Boy, las piedras todavía ardían y la radiación aniquilaba cualquier atisbo de vida. Solo operarios ataviados con trajes de amianto provistos de máscaras se atrevían a entrar en el área para retirar cuerpos calcinados, cascotes y cenizas. Un día se adentraron en una antigua zona ajardinada para arrancar el tocón chamuscado de un viejo ginkgo biloba. Pero el asombro les invadió cuando se dieron cuenta de que de aquel tronco renegrido y cuarteado brotaba una ramita, como una pequeña joya, un milagro. Por primera vez en mucho tiempo, aquellos operarios tuvieron motivos para sonreír. Tanta ilusión les hizo que convencieron a las autoridades para no arrancar el tronco. Con mimo y mucho cariño consiguieron que aquel pequeño brote escuálido se convirtiera en una señora rama. Aquel árbol, malherido y solitario, abandonado entre las ruinas de la ciudad y ajeno a la lluvia ácida y a la maldad humana, había sacado fuerzas de flaqueza para hacer brotar vida entre la devastación. Desde entonces al ginkgo biloba se lo considera el árbol de la esperanza.
Ese árbol y seis más de la misma especie sobrevirieron a la explosión. Aún siguen con vida en los jardines de la ciudad de Hiroshima.
Esperanza
Vivimos tiempos difíciles. Esperanza es un micro relato basado en una historia verídica que me parece especialmente apropiado en estos momentos. Es otro pequeño relato de los que se me ocurren, anécdotas que me suceden y / o comentarios sobre mi persona plasmados en menos de 200 palabras.