El Hombre de Tiza
El hombre de tiza ha sido una de las novelas negras de mayor éxito del 2018. Es de una obra entretenida y bien estructurada, lo cual de por sí es un gran logro habida cuenta de que se trata de la primera novela de la autora C.J. Tudor. Debo admitir que sus 352 páginas se me hicieron algo largas y es menos oscura y perturbadora de lo que la promoción promete. Pero el gran handicap de El hombre de tiza en mi opinión es su falta de ambición.

Sinopsis: comienzan los crímenes.
1986. Anderbury, un aburrido pueblo al sur de Inglaterra. Un grupo de amigos preadolescentes pasan sus vacaciones de verano en busca de nuevas emociones aupados en sus bicis. Tienen un código secreto: dibujan figuras de tiza en las aceras a modo de mensajes para comunicarse entre ellos. Un día, uno de esos dibujos les lleva directamente a un bosque donde encuentran al cadáver de una niña descuartizada. Ese asesinato sacude al pueblo y perturba a los amigos.
2016. La pandilla ya en la cuarentena, se ha separado. Cada uno vive su vida. La conmoción del asesinato quedó atrás. O eso creen. Un día cada miembro recibe por correo una carta con una tiza y un dibujo. Todo apunta a que se trata de una broma. Pero cuando uno de ellos aparece muerto, el resto comprenderá que de bromas, nada.
Comentarios. La clave del suspense.
El hombre de tiza está narrada en primera persona. Eddie Addams, el protagonistas, es uno de esos chicos que descubren a la niña descuartizada y que vivirá las consecuencias de ello. En la actualidad es un adulto con una vida gris y esconde algunos secretos.
El hombre de tiza está contada de manera que se alternan los capítulos de lo sucedido en 1986 y la actualidad (2016). Esta estructura tan férrea (qué tampoco supone ninguna novedad) es uno de los grandes aciertos del libro. Pero a la vez, en ocasiones lastra el ritmo. La autora se ve en la obligación de llenar momentos de una y otra línea temporal que resultan a veces algo superfluos por mantener la estructura.
Los personajes están bien dibujados y resultan creíbles. Las relaciones entre ellos son verosímiles, al igual que los diálogos.
1986
Aunque el protagonista es Eddie, esta parte de la narración es más coral. El relato combina aquí el tono de aventuras con algo de terror. Es en estos capítulos donde se crea más vínculo con el lector -unos muchachos, un pueblo pequeño, un verano, bicicletas… ¿Quién no ha vivido algo parecido?-. Tiene el acierto de mostrar una infancia poco idílica, llena de abusones, de secretos y de padres indiferentes.
Es estos capítulos se tocan temas como el bullying, el primer amor, el aborto, los fantasmas y los roles en el hogar (es el padre de Eddie el que se queda en casa mientras su mujer trabaja fuera). En ese sentido se asemeja bastante a otras novelas como It de Stephen King o la serie Stranger Things, donde también se explota el filón ochentero y en las que una pandilla de frikis se ven envueltos en un suceso que a todas luces les supera.
2016
En los capítulos correspondientes a esta línea temporal, el protagonista absoluto es Eddie. Aquí el tono es más sombrío y prima el suspense. Desde su posición de adulto, Eddie va desenmarañando las pistas que siembran dudas sobre todos y cada uno de los personajes. Toca temas como las decepciones de la edad adulta, el alcoholismo, el amor, el alzehimer y el fanatismo religioso. Y sobre todo: el sentimiento de culpa, el eje sobre el que pivota la novela.
El desenlace.
El final de El hombre de tiza cierra todas las líneas planteadas a lo largo de la trama y es coherente. Incluye una pequeña trampa narrativa, un guiño final, un detalle morboso que ha sido bastante criticado, pero que personalmente no me ha molestado, al contrario, me hizo gracia. Pero aún así el final me parece la parte menos conseguida de la novela.
Debo admitir que no soy un buen lector de novela de suspense, y menos de las del estilo «whodunnit». Normalmente me suele dar bastante igual quién es el asesino. A ver, prefiero una resolución eficaz, por supuesto. Pero en este tipo de tramas el autor se dedica a confundir al lector haciéndole dudar de todos y cada uno de los personajes de manera que los finales me suelen parecer algo arbitrarios.
Prefiero novelas donde el viaje (la lectura) sea lo fundamental. Novelas en las que importa más el por qué y el cómo al quién. El hombre de tiza es un libro correcto, te hace pasar un buen rato, es entretenido y ameno. Pero dentro de un par de semanas no me acordaré de quien era el asesino. Y en un mes no sabré apenas de qué va.
El hombre de tiza ofrece lo que promete: entretenimiento. Nada que objetar.