Érase una vez una tiktoker que tenía un bote de pegamento. En lugar de esnifarlo, se lo echó en el pelo un día que se quedó sin laca. 3 semanas más tarde su pelo se había adherido al cuero cabelludo y… Total, un Cristo. Como tampoco tenía sentido del ridículo, lo relató desconsolada en las redes. Sus vídeos alcazaron tal popularidad que un avispado cirujano se ofreció a operarla. Tras 4 h en el quirófano el problema quedó resuelto. A nuestra tiktoker no se le ocurrió otra cosa que sacar tajada del asunto y demandar al fabricante de pegamento para lo cual organizó un crowdfunding. El aluvión de críticas fue tal, que la tiktoker, cual político patrio, se desdijo: jamás en la vida se le había ocurrido acto tan vil. No aclaró lo que pensaba hacer con los 21 K $ que llevaba recaudados para la demanda. Moralejas: 1) ¿Tanto hubiera perdido la humanidad si el pegamento le hubiera atravesado el cerebro? 2) ¿Los que invirtieron en su crowdfunding no encontraron causas más nobles? 3) ¿Es por este motivo que superglue viene en botellitas tan pequeñas?
Una tiktoker con un bote de pegamento
Una tiktoker con un bote de pegamento es otro pequeño relato sobre mi persona y/o sobre noticias que veo en los medios y llaman mi atención plasmados en menos de 200 palabras. En este caso la historia de una tiktoker con un bote de pegamento y sin demasiadas luces.
1 comentario en «Una tiktoker con un bote de pegamento»
Muy bueno el de la tiktoker. Real como la vida misma.
😂😂😂😂