Me hace mucha gracia la gente que se adjudica el mérito de Perseverance -haber colocado un robot en Marte-. “Hemos llegao ha marte” escribe uno muy emocionado en twitter (por las faltas, ni ha acabado la EGB ni sería capaz de colocar Francia en el mapa, como para haber llegado a Marte). Sí, las guerras son responsabilidad de los degenerados que las declaran, pero los grandes logros, esos nos pertenecen a toda la humanidad. Y es que el postureo nos vuelve locos.
Mi amigo Carlos sin ir más lejos, asegura que le gustaría ir a Marte en plan colonizador. Adoro a Carlos, pero duerme con antifaz y tapones de oídos pues cualquier alteración perturba su descanso. (Este fue el principal motivo de que dejamos de viajar juntos). Necesita un mínimo de una hora de toilette cada mañana para ponerse en marcha (este fue el segundo motivo) y no es persona sin su carajillo de anís. (¿Os imagináis lo que es conseguir que te sirvan un carajillo en Ho Chi Ming? Pues eso). Yo pongo en duda que en la cantina marciana sirvan carajillos de anís. Él se ríe y me llama “cabronazo”,
Perseverance
Perseverance es otro pequeño relato sobre mi persona y/o sobre noticias que veo en los medios y llaman mi atención plasmados en menos de 200 palabras. En este caso una reflexión sobre el entusiasmo desatado en las redes tras el amarizaje del robot que va a estudiar el suelo marciano en busca de restos de vida.