La memoria engañada
Maravilloso regalo avanzado de cumpleaños el que me hizo me hizo mi amigo Carlos el otro día. Se trata de la que fue una de mis primeras novelas, La memoria engañada, que escribí allá por 1998 (sí, del siglo y el milenio pasado), en una encuadernación preciosa y realizada a mano.

¡La de recuerdos que me ha traído! Yo vivía por aquel entonces en el Raval, en un ínfimo ático con una terraza enorme desde la que vía los atardeceres más bonitos de Barcelona, con el sol disolviéndose en un millón de colores tras el Palacio de Montjuich, mientras las golondrinas surcaban el cielo en formación. En verano organizaba cenas con amigos. Bajábamos a buscar pollo asado con patatas fritas aceitosas al Pollo Rico, una institución en el barrio, y nos quedábamos charlando al fresco de la terraza hasta las tantas. Por aquel entonces estaba loco por un panadero que me traía a mal vivir. Me visitaba por sorpresa a horas intempestivas. Estaba casado y todo era intenso, todo era excitante.
A veces paso por delante de la que había sido mi casa de camino a la Filmoteca. Miro arriba y veo mi terraza. La última ocasión había cambiado la tela del toldo que yo instalé en su día (ya se le hacía falta). También constaté que el Pollo Rico había cerrado.

La memoria engañada no es para nada novela negra, en la que estoy centrado ahora. habla de todo eso. Como siempre me pasa con mis textos me da apuro releerlo. Me provoca una mezcla de vergüenza ajena y terror. No, esta novela no me la publicaron, y sinceramente no creo que nunca vaya a ver la luz. Pero verla tan bien encuadernada y tan bonita me ha hecho una ilusión tremenda. ¡Gracias Carlos!