Suspiria es la película que inauguró el 51º Festival de Cine Fantástico de Sitges. Supone una buena elección. Se trata de una peli potente, de esas elaboradas con muchos medios y gran maquinaria de promoción detrás. Es el remake de un clásico del terror: Suspiria de Dario Argento, dirigida por otro director italiano, Luca Guadagnino, muy de moda tras el éxito de Call me by your name, e interpretada por un elenco de actrices muy solventes. ¿Alguien da más?

Reconozco que el marketing hollywodiense también generó en mí mucha curiosidad. Quería constatar cómo se desenvolvía Guadagnino con el terror, si sus tempos pausados y sus elegantes movimientos de cámara encajaban bien con una historia visceral. Lo admito: Call me by your name me pareció tremendamente aburrida. Y Suspiria… Pues sigue por esos mismos derroteros. Está claro que el director italiano no sabe contar una historia en menos de dos horas y media.
Y es una lástima porque Suspiria está muy bien hecha, bien interpretada y con todas esos acabados que se le presuponen a una película de presupuesto holgado. La puesta en escena es por momentos grandilocuente, con grandes decorados y espacios amplios pero de colores tristes e iluminación apagada que contrastan con la colorista y lisérgica versión de Argento. Además también tiene grandes aciertos: esa compañía de danza femenina convertida en clan de brujas, el baile como manifestación de conocimientos atávicos, el lesbianismo latente, esas siniestras profesoras secundarias (de lo más cachondo del film), el empoderamiento de la mujer… Todo eso está presente y resulta muy estimulante. También contiene una de las mejores escenas gore de los últimos tiempos, sin derramar una gota de sangre pero realmente escalofriante, original y dolorosa.
Pesa en su contra -y mucho- la duración exagerada. (Debo admitir que eché un par de cabezaditas. Incluso diría que ronqué un poco pues la chica que tenía al lado me dió un codazo, creo). Esto traducido al argumento quiere decir que todo lo que tienen que ver con el psiquiatra me sobra. Por no hablar del pasado amish de la protagonista… Si en lugar de 145 mins durara 100, otro gallo cantaría. El akelarre final también resulta algo decepcionante. Empieza muy bien, muy atávico y simbólico, pero desencadena en un desmadre enloquecido poco convincente, poco «loco» y lleno de polvo rojo de la sangre de esas hechiceras milenarias. Los momentos paródicos, con esa bruja madre con aires de abuela británica de vacaciones en Benidorm (las prótesis de látex y los trucos de maquillaje son tan burdos y evidentes que uno no puede dejar de pensar si lo han hecho así a propósito), o el renacer de Madame Blanc harían pensar si no estamos ante una gran broma. Aún así, sería una broma larga y pesada.
En definitiva, como dijo Voltiare: conviene siempre tratar de ser interesante más que preciso, porque el espectador lo perdona todo menos la pesadez.
Nota: Me gustaría destacar que a la gala inaugural del festival asistieron Guadagnino y Tilda Swinton. Se agradece la participación de la estrella pues su padre había fallecido esa mañana mismo y a pesar de eso no quiso cancelar.
