Sorrentino
No soy muy fan de Sorrentino. No acabé de ver La Gran Belleza. Tampoco soy muy futbolero, por no decir nada futbolero, lo mío es la novela negra. Y para acabar, detesto a Maradona. No entiendo como ese tipo, cutre, maltratador, drogadicto, soez y ridículo pueda ser vanagloriado como si fuera un Dios. En definitiva, Fue la Mano de Dios tenía todos los ingredientes para que me resultara detestable. Pero a veces la vida te da sorpresas.
Quizás se deba a la falta de expectativas. O que estaba predispuesto a que no me gustara. Empecé a verla con el dedo sobre el botón de stop para detenerla en cualquier momento. Y las escenas fueron pasando… Hasta llegar al The end. O Fine, que para eso la película es italiana, aunque el dinero lo haya puesto Netflix, sorprendentemente.
La trama
En un momento de Fue la mano de Dios se hace referencia a un comentario de Fellini que decía que el cine no sirve para gran cosa, más que para entretener. A mi entender de eso va esta película.
La historia arranca con Fabietto que vive en Nápoles, una ciudad deprimida y necesitada de amor propio. La llegada de Maradona al equipo de fútbol local y la consecución del título de liga hace soñar a todos los napolitanos, necesitados de gestas.
Fabietto vive por y para el fútbol, es su manera de evadirse. Mientras vamos conociendo a su familia con personajes variopintos, malcarados, adorables a veces, insoportables otras, su entorno, sus amigos que trapichean con lo que pueden con el transfondo de las drogas. Todo es divertido, alegre y surrealista hasta que sucede la desgracia.
La madurez
El último tercio de la película Fabietto da paso a Fabio. La vida se interpone en sus planes y un accidente doméstico acaba abruptamente con su adolescencia. El fútbol ya no es lo más importante en la vida. Es entonces cuando decide que quiere dejar de ser un espectador para pasar a ser creador de esos sueños que todos necesitamos. Decide que aunque no sepa cómo ni de qué manera, quiere hacer cine.
En Fue la mano de Dios, Fabietto es Sorrentino. Conocemos su adolescencia en la Nápoles del walkman, de las teles con culo, de los teléfonos de disco, de las vespas. Nos habla del trágico suceso que le llevó a madurar de golpe y de sus anhelos como artista. Aprovecha para hablar del deseo, del desencanto, de lo que supone crear. Y habla de la importancia de evadirse, de soñar, de tener una válvula de escape que ayude a soportar la sórdida realidad.
Conclusión
Muchas veces me preguntan por qué escribo. Evidentemente no es por dinero ni por reconocimiento. Desde fuera puede verse como absurdo dedicar tanto esfuerzo en algo que a fin de cuentas, tiene muy poca repercusión. Mi respuesta está en la necesidad de contar historias. De salir de mi mismo y mi realidad y ayudar a otros a que viajen con los que escribo. Como le pasa a Sorrentino. Por eso me gusta tanto esta película, por que habla de mí.