Que una asesina condenada se dedique a escribir novelas de crímenes no deja de tener su morbo. Como mínimo es un retorcido argumento de ventas y a mí me molan las cosas retorcidas. Así que siempre tuve ganas de leer algo de Anne Perry, pero nunca se había dado la circunstancia hasta ahora. Para inciarme en su mundo escogí El rostro de un extraño, primer caso de uno de sus personajes recurrentes: el detective amnésico William Monk.

El rostro de un extraño: sinopsis
Monk despierta en la cama de un hospital. Lleva tres semanas inconsciente tras sufrir un accidente del que salió mal herido y en el que falleció su cochero. Aún convaleciente, el comisario Runcorn, que lo tiene entre ceja y ceja, le asigna un intrincado caso que tiene en vilo a toda la aristocracia victoriana. La víctima es Joscelyn Grey, hijo menor de Lord Shelbourne, héroe de la guerra de Crimea que murió asesinado a golpes. Monk necesitará grandes dotes de perspicacia y tesón para hacer frente a los intrincados secretos que esconde este caso. Y también para recuperar su identidad pues desde el accidente está completamente amnésico.
El rostro de un extraño: Lo mejor
La descripción del agobiante ambiente victoriano, época en la que la aristocracia ostentaba un poder absoluto que nadie osaba discutir. ¡Que lejos quedan esas familias nobles amables y consideradas que dibuja Downton Abbey.
La crítica social que se lleva a cabo en El rostro de un extraño en boca de Hester Latterly, enfermera feminista que se convertirá en un personaje recurrente en la saga del detective Monk.
Como buena escritora británica, Perry nos hace sospechar de todos los personajes remarcables, a lo Agatha Christie. Incluso Monk, amnésico, llega a sospechar de si mismo.
El rostro de un extraño: lo peor
A pesar de la crítica social que elabora, El rostro de un extraño es una novela más bien fría. Al estilo de la novela de misterio británica, es una obra de entretenimiento, sin más.
El final es bastante decepcionante y algo pesado.
Valoración: 6/10
El rostro de un extraño: conclusión
El rostro de un extraño se erige como un alegato feminista y así mismo elabora una crítica social de la Inglaterra victoriana. A pesar de estas premisas, la efectiva escritura de Anne Perry no arranca ninguna emoción en el lector. Resulta tan eficiente como desangelada.

Debo reconocer que Anne Perry sería de las escritoras de novela negra que me gustaría conocer personalmente. Por su maestría como autora, pero sobretodo sobre su experiencia vital. Moralmente encuentro reprobable que cometiera un asesinato. Pero admiro profundamente que no oculte su pasado escabroso, ni que ponga trabas a admitir que asesinó a una persona. Hoy en día, que impera la hipocresía y la cobardía, los valientes merecen la pena.